Moscú. Rusia se retirará de la Estación Espacial Internacional (EEI) después de 2024 y se centrará en construir su propia base orbital, anunció ayer el nuevo jefe de la agencia espacial de ese país.
Yuri Borísov, designado a principios de este mes jefe de Roscosmos, hizo el anuncio durante una reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Afirmó que Rusia cumplirá sus obligaciones con los demás socios de la EEI antes de retirarse del proyecto. “La decisión de abandonar la estación después de 2024 está tomada”, aseguró Borísov.
No obstante, Estados Unidos no recibió “notificación oficial” de Rusia sobre sus planes de abandonar la central, de acuerdo con una funcionaria de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA).
Funcionarios espaciales rusos ya habían declarado con anterioridad la intención de Moscú de retirarse del puesto espacial después de 2024 y Borísov la confirmó en medio de crecientes tensiones entre Rusia y Occidente por la incursión de ese país a Ucrania.
Como modelo de cooperación internacional que reúne a países europeos, Japón, Estados Unidos y Rusia, la EEI comenzó a ensamblarse en 1998 y, aunque su retiro se preveía en 2024, la NASA señaló que su vida podría prolongarse hasta 2030.
En el encuentro, reseñado por el servicio de prensa del Kremlin, Borísov confirmó al mandatario que la principal prioridad de Roscosmos en la actualidad es proporcionar a la economía rusa servicios espaciales esenciales. El jefe de Roscosmos indicó, además, que el objetivo de la agencia en adelante en materia de exploración espacial tripulada será la creación de una estación de servicio orbital rusa (ROSS, por sus siglas en ruso).
Vladimir Putin emitió un decreto el 15 de julio por medio del cual destituyó a Dmitri Rogozin como jefe de Roscosmos. Borísov, de 65 años, fue viceprimer ministro encargado del complejo militar-industrial ruso, que incluye también el ámbito espacial.
Hasta ahora, la exploración espacial era uno de los pocos ámbitos en los que la cooperación entre Rusia y Estados Unidos y sus aliados no había naufragado por las tensiones en torno a Ucrania y otras disputas.
A pesar de las desavenencias de sus gobiernos, la NASA y Roscosmos acordaron a principios de mes que los astronautas occidentales continuaran viajando en cohetes rusos a la estación espacial y para que los cosmonautas lo hagan en naves de SpaceX a partir de este otoño.
El acuerdo asegura que la estación tendrá siempre al menos un estadunidense y un ruso a bordo para que ambos lados del puesto orbital funcionen sin problemas, según la NASA y funcionarios rusos.
El intercambio llevaba mucho tiempo preparándose y se concretó a pesar de las fricciones sobre Ucrania, dando una señal de aparente cooperación espacial entre Rusia y Estados Unidos.
La agencia estadunidense tenía previsto que luego de retirar la EEI –símbolo de la unidad de la posguerra fría– trabajaría con estaciones comerciales, destacó Robyn Gatens, directora de la NASA encargada de la central, y sugirió que Rusia podría estar pensando en su transición.
Consultada sobre si deseaba el fin de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia en materia espacial, respondió: “No, en absoluto.
“Han sido buenos socios, como lo son todos, y queremos seguir juntos como asociación para continuar operando la estación espacial durante esta década”, afirmó.