Esto que vamos a contar podría no sorprender a nadie, pero sin duda nos anuncia un problema que salpicará la elección interna de Morena y con ello la credibilidad de quien sea su candidato a la Presidencia de la República.
Y no hay remedio.
Bueno, resulta que el viernes pasado, según sus estatutos, Morena debió informar quiénes quedaron registrados para echarse encima la tarea de ser congresistas nacionales; y así fue, en la pantalla del partido apareció una lista de postulantes, cuyos nombres causaron enojo y escándalo entre muchos militantes.
Pero era un error, y cualquiera que este hubiera sido se borró con premura. Entonces, como si hubiera sido un contrataque, se dio a conocer una nueva lista que casi en su totalidad coincidía con la anterior, pero exhibía cambios importantes. Las dos exhibían el nombre de René Bejarano, por ejemplo.
El nuevo conjunto de nombres tampoco satisfizo a la militancia. Sobraban nombres, faltaban otros. Seguramente por eso, esa lista, también “se bajó” y la página quedó en blanco, cuando menos hasta el domingo por la noche y buena parte de la mañana del lunes, mientras en cada una de las tribus dominantes se preparaban las protestas que deberán alimentar el hambre de Morena que tiene el TEPJF, donde tendrán que dirimirse muchas de esa quejas.
La explicación de la dirigencia partidista fue que la página del partido fue hackeada, por lo que ninguna de las listas publicadas era cierta, es decir, los nombres anunciados no estarían dentro del Congreso Nacional.
Como decía al principio, el asunto de las listas es un viejo vicio que ha causado graves problemas, antes al PRD y ahora a Morena. Lo que se dirime, que quede claro, es el control del partido y eso lo saben de memoria los que compiten y la militancia en general.
En todo el país son 300 congresos distritales, 24 en la Ciudad de México, en ellos 10 congresistas por distrito, cinco mujeres y cinco hombres. En total 3 mil congresistas (en la CDMX son 120 mujeres y 120 hombres), y aunque parezca difícil de creer, todo, o buena parte del aparato, se puede controlar, así lo dice el antecedente inmediato anterior pintado de amarillo.
Pero el asunto es tan grave que ayer por la mañana un par de diputados locales, uno del PRI y otro del PAN –imagínese usted–, comentaban que otros legisladores, pero de Morena, les habían pedido que les prestaran gente para alimentar las filas de sus tribus. “Hoy por ti, mañana por mí”, planteaba el acuerdo. Total, el que quisiera podía inscribirse sin ningún problema.
Por fin ayer se publicó la lista, que ha permanecido en la página del partido, y en la que no pudimos localizar el nombre de René Bejarano –cuando menos nosotros no lo hallamos–, pero está tan grande esa lista, tiene 47 páginas, que es fácil equivocarse. De todas formas, esa parece ser la buena y ya habremos de comentarla.
Por lo pronto, y dadas las circunstancias, Mario Delgado debería declarar una emergencia electoral en Morena para dar tiempo y darse tiempo de hallar alguna solución a este problema –falta de credibilidad en el proceso y en las listas–, que será principal para el futuro del partido.
Ya están en los pasillos de Morena las amenazas de cada una de las tribus que, sin conocer aún con certeza la composición del órgano de gobierno del partido en elecciones, tienen listas las impugnaciones que de poco servirán para componer la situación del organismo, pero que le dirá muchas cosas a la gente y, sin duda, lo aprovechará la oposición. Allá ellos.
De pasadita
Por cierto, lo que sí queda claro es que los tres precandidatos serios de Morena tienen un acuerdo sin haberlo puesto en blanco y negro. La unidad partidista, cosa casi imposible si analizamos sólo por encima, a primera vista, las ambiciones personales de las cabezas tribales que, por cierto, son las mismas que una y otra vez, a través de los años, muchos años, han participado, para bien o mal, en la destrucción de los partidos de la izquierda mexicana.
Así las cosas, los acuerdos entre los tres deben darse ya, sin invitados inútiles o tramposos que marquen el camino al precipicio. Ese sería un primer acuerdo de fondo que le daría credibilidad al proceso, luego vendrán los otros, también necesarios, pero a decir verdad, no tan urgentes.
Por cierto, ya todo el mundo anda en campaña ¿y las tareas de gobierno, apá? Aguas.