Fue una tarde de buen bateo para Diablos Rojos, que venció 11-6 a El Águila del Veracruz para barrer en la serie en el estadio Alfredo Harp Helú. Un domingo de esplendor para el toletero venezolano Ramón Flores, quien buscó el ciclo completo, la escalera, le dicen en su país, con todo el repertorio de imparables. Conectó sencillo, doble y un triple, el toletero que lleva nueve jonrones en la temporada, no encontró el cuadrangular para entrar en los registros de la Pandilla escarlata. Hace ocho años que nadie del equipo consigue esa hazaña, lo hicieron en junio de 2014 y en partidos consecutivos Juan Carlos Gamboa y Emmanuel Ávila.
Desde la tercera entrada en que consiguió el doble, el de Barinas estaba consciente de que le faltaba el batazo de cuatro esquinas para colgarse la medalla. En sus siguientes turnos estaba tan concentrado en lograrlo que salía al plato muy corajudo para darle a la bola, pero sólo consiguió mandarla contra la barda. Esa escalera tan buscada no la subiría en este partido.
La cosecha de los toleteros fue nutrida desde la segunda entrada con un rally de cinco carreras, tres más en el tercer rollo y dos en el cuarto; el colofón fue un bambinazo en el octavo. Con dos jonrones espalda con espalda, Emmanuel Ávila desapareció la pelota y enseguida Alejandro González pegó otro de vuelta entera –en el octavo inning volvió a conectar jonrón–, y uno más que aportó Julián León. Entre Flores, Ávila y González remolcaron siete de las once carreras del partido.
El ataque escarlata fue abrumador por momentos, lo que puso en aprietos a los lanzadores de El Águila. El dominicano Lisalverto Bonilla apenas trabajó una entrada y dos tercios, con ocho imparables, cinco carreras y tres ponches. Después de un día como estos, le espera una noche de insomnio seguro. El relevo urgente fue Juan Pineda, quien le echó combustible a la hoguera pues sólo laboró dos tercios y los consiguió con dificultad, con un conato de bronca incluido. Después de recibir jonrones consecutivos, el relevista tiró una pelota muy peligrosa, demasiado cerca de la cabeza de Jasson Atondo, quien enfureció contra el serpentinero del Veracruz. El plato se llenó de inmediato con las bancas de ambos equipos, quienes acudieron más para tranquilizar que para atizar el fuego. Todo terminó en saludos y sonrisas entre colegas.
El abridor de los pingos, Francisco Haro, también tuvo una salida aceptable. Transcurría de maravilla sin recibir hit ni carrera por cuatro entradas y un tercio. Pero, tal como sucedió con su compañero Jeffry Niño un día antes, Jesús Cacao Valdez le estropeó el trayecto con el primer imparable de El Águila y de ahí le ligaron hits y carreras. Haro terminó con cinco completas, seis imparables, cuatro timbres y tres chocolates.
Con este triunfo Diablos Rojos llegó a 40 victorias y se instala de manera más cómoda en la cima de la Zona Sur. Pone tierra de por medio ante sus perseguidores, Olmecas de Tabasco y Pericos de Puebla.