El proyecto de la SEP –y la política que ha seguido– ha consistido en restringir la educación superior, destinándola básicamente a la formación de una élite profesional y académica, proyecto con el cual coincide un sector conservador importante de la academia universitaria. La Nueva Universidad se proponía no solamente atender a toda persona con deseos de estudiar y aprender, lo opuesto al proyecto de la SEP y las políticas impuestas durante la administración del doctor Ignacio Chávez, sino incluso se proponía ir en busca de sectores de la población que no se habían interesado en realizar estudios superiores.
El proyecto de la Nueva Universidad enfrentaba no solamente algunas políticas de administración escolar universitaria, era una concepción de la universidad, de la educación superior, de la sociedad y de los seres humanos, toda una ideología, muy distinta, opuesta, a la dominante. El doctor Ignacio Chávez, siendo rector de la UNAM, impulsó con fuerza la política de control de acceso a la educación superior que respondía a esa ideología dominante, expuesta años después por el propio doctor Chávez al recibir del presidente Echeverría la medalla Belisario Domínguez. En ese acto, Echeverría aplaudió con entusiasmo cuando Chávez expuso esa ideología, concretada en lo que llamó su “utopía”.
Su “utopía” estaba conformada por una pirámide compuesta, en su base, por una amplia capa de trabajadores, todos con educación básica, pero ninguno analfabeta. A esta base, “en la medida de lo dable”, advertía, se superpondría otra, la secundaria técnica que prepararía para el trabajo y la educación media, “y en los que sigue hasta llegar al vértice la educación superior de la licenciatura al posgrado. Es notable que calificara de “utopía” a una pirámide social y educativa que de hecho ya operaba.
También Chávez salió violentamente de la rectoría de la UNAM, aunque por razones distintas a las que ocasionaron la renuncia de González Casanova. En la recepción de la medalla Belisario Domínguez señaló a un “viento áspero” como el causante de su violenta salida. Pero entre los factores que la generaron estaban las políticas restrictivas impuestas por Chávez y los medios ilegítimos que en ocasiones usó para imponerlas. Al respecto pueden verse los testimonios del rector Barros Sierra en el libro Conversaciones con Gastón García Cantú.
Hoy, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce el derecho de acceder a la educación superior de toda persona que haya concluido el bachillerato. Pudiera por tanto parecer ocioso, pero es conveniente revisar los argumentos que se han esgrimido para imponer una política de control y restricción de acceso a la educación superior, porque todavía son usados para eludir de diversas maneras el mandato legal. Importantes grupos de funcionarios gubernamentales y universitarios lograron que en la misma Constitución quedara una disposición que a manera de cerrojo puede usarse para restringir el acceso a la educación superior. En efecto, en el apartado XX del artículo tercero constitucional se establece que los aspirantes a realizar estudios superiores deberán cumplir con los requisitos que establezcan las propias instituciones de educación superior, sin limitar ni definir esos requisitos.
Un primer argumento ha sido que no hay en las instituciones de educación superior espacio para recibir a todos los aspirantes y que no hay recursos suficientes para ampliar la capacidad de las mismas. Este argumento no se sostiene, pues, por una parte, en varias instituciones de educación superior importantes hay una capacidad ociosa nada despreciable. En segundo lugar, porque sí hay recursos para apoyar la expansión de la educación superior, el gasto en educación en México sigue siendo muy bajo, en comparación con el destinado a este rubro en muchos países con condiciones económicas menos favorables que las nuestras. Y en tercer lugar, porque con una pedagogía moderna, que incorpore la capacidad de los estudiantes para aprender estudiando (lo cual no implica mayores erogaciones de la institución), puede disminuirse el despilfarro que representa poner a los profesores a recitar lo que está en los libros, y aumentarse considerablemente los resultados.
Otro argumento para restringir el acceso a la educación superior ha sido que no todos los jóvenes tienen la capacidad intelectual necesaria para realizar con éxito estudios de ese nivel; se ha sostenido en una teoría precientífica acerca de la inteligencia y la idea de que con pruebas sicométricas y escolares es posible predecir quiénes sí pueden realizar con éxito dichos estudios y quiénes no. Este argumento lo expuso y aplicó en extenso el doctor Ignacio Chávez. Hoy en día estas son teorías superadas con conceptos más sólidos acerca de la inteligencia.
Un tercer argumento que se esgrime para restringir el acceso a la educación superior es que ésta sirve para conseguir un empleo y que por tanto la cantidad de egresados no debe ser mayor que las oportunidades de trabajo. Esto es inaceptable, pues la educación superior tiene también otras funciones culturales, sociales y humanas. Además, es imposible prever cuáles serán las oportunidades de trabajo para plazos medios o largos.
La Nueva Universidad partía de la convicción de que una sociedad democrática y las necesidades que la realidad contemporánea implica para los seres humanos exigen que se promueva el mayor avance cultural y educativo de toda la población.