Puerto Príncipe. Centenares de niños y adultos se refugiaron ayer en una secundaria en la capital de Haití para huir de un tiroteo en un barrio, donde la lucha entre dos pandillas rivales ha dejado docenas de muertos y casas destruidas en las semanas recientes.
Francisco Seriphin, coordinador general del grupo comunitario religioso Kizito Family, indicó que 315 personas se refugiaron en la escuela Saint-Louis de Gonzague, en el distrito de Delmas, contiguo al vecindario de Cité Soleil azotado por la violencia.
Las escuelas se encuentran cerradas por vacaciones de verano, pero las aulas de la secundaria del grupo religioso han sido convertidas de manera extraordinaria y en dormitorios, donde algunos de los adolescentes, niños y bebés duermen en pequeños colchones facilitados por Kizito, y otros en el piso.
Los jóvenes conversaban y bromeaban en el patio de la escuela mientras otros jugaban futbol y basquetbol o saltaban la cuerda. Seriphin detalló que muchos niños que recurrieron a la escuela llegaron sin sus padres.
Al menos 4.3 millones de haitianos padecen algún tipo de inseguridad alimentaria, una situación que deja a los menores de edad expuestos al trabajo infantil con el fin de llevar comida a sus hogares, advirtió el viernes a la agencia Sputnik el jefe de Respuesta Humanitaria a Emergencias de Plan International para América Latina y el Caribe, Raúl Rodríguez.
“La forma en que afecta la crisis actual en Haití es que, por ejemplo, los niños y niñas están expuestos a trabajo infantil para tratar de generar más ingresos a las familias”, declaró Rodríguez.
La situación de Haití se deterioró en los recientes años, pero fue particularmente aguda desde julio de 2021 tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse y el terremoto demagnitud 7.2 ocurrido un mes después.
Actualmente, el país caribeño se encuentra en el octavo lugar mundial en cuanto a inseguridad alimentaria y 22 por ciento de los menores de edad padecen desnutrición crónica, según el listado de Global Hunger Index y el Programa Mundial de Alimentos.
La crisis de combustible y el problema de la inseguridad en Puerto Príncipe, con las bandas que se disputan territorios, encarecieron los productos alimentarios y limitaron su acceso a las familias con menos recursos.
Añadió que, con el aumento del hambre, las niñas están más expuestas a la explotación sexual, matrimonio forzado y embarazos adolescentes que se incrementan por la falta de acceso a anticonceptivos y charlas de prevención en las comunidades.
La semana pasada, mientras persistían los enfrentamientos entre las pandillas en la capital, que dejaron hasta 300 fallecidos, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU advirtió que la violencia empeora la crisis alimentaria. En el país donde casi la mitad de los habitantes sufre hambruna, las cifras podrían dispararse con la creciente inflación, los altos precios de alimentos y combustibles, además de la inseguridad pública.
“Los niños necesitan mucha ayuda”, dijo a la agencia la hermana Rosemiline, una monja del grupo comunitario religioso Kizito Family.