Para la continuidad de su proyecto, AMLO necesita mantener la unidad de Morena y sus fuerzas aliadas. Con ese propósito realiza una doble operación: concentra y selecciona a los competidores presidenciales y desata una campaña de desgaste y zapa contra las fuerzas opositoras. La pregunta clave es ¿con qué arreglos institucionales cuenta para hacerlo?
Lo institucional del PRI. El PRI tenía estatutos y mecanismos formales para la toma de decisiones, pero el centro de la operación durante el autoritarismo fueron las reglas informales. La interrelación entre instituciones y creencias, que es evidente en las reglas formales, lo es más en las reglas informales –normas, convenciones y códigos de conducta–, por cuanto expresan los códigos morales de los sistemas de creencias. Mientras las instituciones formales pueden ser cambiadas por mandato, las informales no se prestan a la manipulación deliberada. (North, 2005).
El legado priísta. La estabilidad institucional formal mexicana en el siglo XX tuvo sus raíces en la preferencia de las élites por el non-enforcement (los gobiernos del PRI podían fácilmente cambiar las reglas). Hay al menos tres instituciones que heredamos del priísmo: el madruguete, el dedazo y el ninguneo. En contextos diferentes, estas reglas informales generan consecuencias no deseadas. Para Rafael Segovia (1974), la multiplicación y diversificación de los grupos sociales y económicos ha dejado a lo largo del camino modernizador una teoría de residuos institucionales engastados en el aparato estatal. Por ello, quererse liberar de los residuos puede derrumbar todo el edificio. Fernando Escalante añade que esos residuos eran los instrumentos –a través de los aparatos corporativos de masas–, para gobernar. (Escalante, Fernando, 2018).
Revisemos brevemente cómo se comportaron las reglas informales durante el régimen de las alternancias. Levitsky y Murillo (2012) proponen tres vías de cambio institucional: graduales, discontinuos y de reemplazo constante. Pero en la región latinoamericana, caracterizada por instituciones débiles, el cambio institucional ocurre más bien por la vía del reemplazo constante. Reemplazo particularmente en las reglas electorales y en la descentralización.
El régimen. Durante los 21 años de las alternancias (1997-2018) el engranaje del poder de Estado se modificó con un presidencialismo desprovisto de varias funciones claves –menciono dos a título de ejemplo: el banco central y el Instituto Federal Electoral. Además, en vez de partido único, emergió un sistema de partidos. Reglas formales sí y enriquecidas con la incorporación a la Constitución del capítulo sobre derechos humanos, pero siguieron operando las reglas informales como se ilustran con el intento de Fox por desaforar a AMLO en 2005, la declaratoria de Calderón de la guerra contra el crimen en 2007 y el Pacto por México de Peña en 2012. Todos los iniciativas se cocinaron al margen de los arreglos formales pero, en cambio, recurrieron tanto al madruguete como al ninguneo.
El dedazo alternativo. El dedazo funciona cuando hay concentración del poder en el presidente y disciplina en el partido de gobierno. Ninguna de las dos existieron ni con Fox, a quien Calderón se lo madrugó, ni con Calderón al que el destino se lo madrugó con los dos accidentes aéreos de sus precandidatos preferentes, ni con Peña a quien se le ahorcó su mula de seis.
2018. El PAN y el PRI convencidos de que se trataba de una batalla entre dos, es decir de un referéndum, se pelearon entre si para ver quien capturaba al polo antipopulista. La consecuencia de su guerra sucia fue la destrucción mutua. Las elecciones, aun antes de que se expresaran en diputaciones y senadurías, produjeron un hecho incotrovertible: el desplome del sistema de partidos que eran el corazón del régimen de las alternancias.
¿Cómo operan las reglas informales durante el presente régimen?
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