El dilema de América Latina, estructuras de poder y fuerzas insurgentes es el título completo del libro de Darcy Ribeiro donde analiza el recorrido histórico que ha llevado a la configuración de un extenso y profundo sistema de dominación por Estados Unidos que conlleva la constante y dramática reproducción del subdesarrollo y la pobreza. Nos propone entonces abrir los primeros atisbos de la certidumbre de una condición de dependencia en la cual se involucran las clases dominantes locales, por tanto, dominadas y ejerciendo la dominación (Ruy Mauro Marini), y contra la cual se configuran un conjunto de fuerzas populares diferentes que buscarán conquistar un desarrollo autónomo nacional. En aquel momento estas fuerzas constituían la esencia del dilema para nuestra América: revolución o reforma. Entonces hace un recorrido por la estratificación social, primero las clases y el poder, la marginalidad, las élites económicas dominantes, las autocracias patriarcales, las dictaduras militares y por las antiélites: los populistas (en un sentido diferente al actual), los reformistas, los nacionalistas modernizadores. Un capítulo aparte merecen las fuerzas insurgentes: la nueva izquierda, los comunistas ortodoxos y los heréticos, los grupos insurreccionales. Publicado en 1971, tuvo una veintena de reimpresiones, es un clásico. Una significativa producción de diversos autores se sumó en aquellos años que configuraron la teoría de la dependencia, significativamente soslayada hoy, a pesar de que el dilema y su debate siguen presentes y necesarios.
Las preguntas de si es posible un desarrollo autónomo nacional y por cuál vía, siguen abiertas y son centrales. Están marcadas por dos contradicciones ineludibles: el desarrollo nacional frente al dominio imperialista y la transformación nacional sin explotación y con justicia. El siglo XX fue marcado tanto por triunfos electorales, España-1936, Argentina-1952, Brasil-1960, Chile-1970 y muchos otros, como por victorias revolucionarias, Rusia-México-China-Cuba. En ambos casos hubo experiencias que pretendieron resolver la primera contradicción conciliando las clases nacionales y otras que, a partir de resolver la contradicción interna en favor de los explotados, pudieron enfrentar al imperio. El siglo XX fue el de los procesos descolonizadores desde los países de las orillas capitalistas. Un siglo de victorias y derrotas amargas. Una herencia no despreciable, que las presentistas nociones de globalización y neoliberalismo metieron en el saco del olvido en aras de una modernización tecnologizada.
A finales de los 70 y 80 se dieron en nuestra América los procesos de amnistía, leyes de punto final y electorales. Apareció la democracia en todo su esplendor y, a pesar de las guerras sucias se impuso una democracia sin justicia, que encauzó las opciones hacia la vertiente reformista-electoral. La democracia con mayor dependencia y depredación neoliberal y sin descolonización, las 4D latinoamericanas.
Para retomar la experiencia mexicana recuperamos el libro La reforma política y la izquierda (1979), que recoge entrevistas con las agrupaciones del momento: PST, PRT, PMT, PCM-Coalición de Izquierda (PPM; PSR; Maus), PPS, FAT, Tendencia Democrática, Punto Crítico, Estrategia. Coincidieron el PRT, FAT, Punto Crítico y Estrategia al plantear que la reforma era centralmente un mecanismo de legitimación gubernamental ante la crisis político-económica; que la mayoría de los que participaran buscarían la legalización política pese a las normas restrictivas que establecía, además seguía en marcha la represión con más desaparecidos; presentar en el Congreso los graves problemas sociales no implicaría su resolución. Estrategia advertía que toda reforma burguesa plantea el reto de aprovecharla sin caer en el oportunismo o el reformismo. Punto Crítico señaló: “La reforma política es una reforma electoral que solamente incide en la renovación del sistema de partidos de Estado”, en el momento de su proclamación se violaba el voto popular en elecciones municipales y en la gubernatura de Nayarit ganada por Gascón Mercado. El FAT señalaba que “el presidente, explícitamente, ha excluido de la reforma al movimiento sindical, éste no entrará en la democratización y, por otro lado, un conjunto de organizaciones populares tendrán que adecuarse a los partidos para ampliar su margen de participación política”. Todos alertaban contra el abandono del trabajo de base entre los trabajadores.
El PCM, arrogándose la representación de la Coalición de Izquierda, señaló que con la reforma “hay condiciones para que el pueblo trabajador avance en […] impulsar una transformación democrática en el rumbo económico y político de México […] Cuando hablamos de conquistar el voto e incrementar la participación ciudadana, nos referimos a concentrar el trabajo en las visitas domiciliarias, que es la forma eficaz de relación con los electores, la que permite entablar el vínculo directo para ganar el voto por la hoz y el martillo”. El fraude de 1988, la crisis descomunal, la represión y los desaparecidos fueron saldo de los primeros 10 años de reforma. El perfil de las “fuerzas insurgentes” en el siglo XXI pudo haber cambiado en torno a la composición y formas de organización de los actores, pero en esencia el dilema y las contradicciones siguen en pie. Desarrollo, democracia, dependencia y descolonización: un entramado complejo.
*Investigadora de la UPN.
Autora de El Inee