Kiev. Las salas de cine comienzan a reabrir sus puertas en Ucrania, tras permanecer cerradas varios meses desde la invasión rusa, en febrero, y ofrecen a los cinéfilos unas horas de sosiego para mitigar la cruel rutina de la guerra.
En el centro de Kiev, el KINO42 es una de las 20 salas que abrieron en las últimas semanas y es la única subterránea. Con de 42 butacas y construida a cuatro metros de profundidad, hace alarde de su condición de “cine-refugio” para protegerse de los bombardeos rusos.
“Literalmente, es un cine refugio porque está en un sótano”, explica a Afp Ilko Gladshtein, uno de los dueños, en el lanzamiento de su programación de clásicos nacionales.
El teatro, que abrió en 2019, siempre estuvo en un sótano. Esto era antes un detalle insólito de su arquitectura, pero ahora es su principal atractivo, dice Gladshtein.
“KINO42 es el cine más seguro de Kiev en este momento. No interrumpimos las proyecciones durante los ataques aéreos”, comentó.
El productor cinematográfico, de 37 años, se ha sorprendido por la cantidad de gente que llega a las proyecciones nocturnas, que se han adelantado debido al toque de queda de las 23 horas.
“Junio es un mes difícil para la distribución cinematográfica, pero puedo ver que la gente tiene hambre de cine. Hemos tenido tres proyecciones para recaudar fondos y enviamos mil dólares al ejército ucranio”, indicó.
“Nos da la confianza de saber que no sólo entrenemos a la gente, sino que también hacemos algo importante por los soldados en el frente,.”
KINO42 siempre ha dado prioridad al cine nacional y la preservación de la identidad cultural del país ha cobrado importancia desde la invasión.
La sala se asoció con el Centro Dovzhenko, el mayor archivo cinematográfico del país, y pasó de una proyección semanal a tres, todas con la sala completa.
Bienestar sicológico
La semana pasada, KINO42 presentó Extraño, bizarro y fantástico, serie de cortos animados de los años 80 y 90, y las entradas se agotaron tres días antes. Stanislav Bitiutskiy, investigador del Centro Dovzhenko, dice que cada cataclismo social o política impone un ajuste de cuentas con la identidad ucrania.
“Ocurrió por primera vez durante la revolución de Maidan”, señaló en referencia a los mortales enfrentamientos de 2014 ente manifestantes y las fuerzas de seguridad que llevaron a la caída del presidente prorruso Viktor Yanukovych.
“Ahora, nuevamente, necesitamos redefinir nuestra identidad mediante el arte”, expresó.
Cerca de allí, el cine Zhovten, de casi un siglo de antigüedad, fue uno de los primeros espacios de Kiev en reabrir. El sitio de varias pantallas vendió las 400 entradas de su auditorio en la noche de estreno, con una programación de clásicos ucranianos que incluyó Sombras de ancestros olvidados, de Sergey Paradzhanov de 1965.
“Queríamos apoyar a la economía del país así como el bienestar sicológico de la gente”, aseguró su directora, Yulia Antypova, de 46 años.
“Los sicólogos dicen que este tipo de descompresión mental y la oportunidad de escapar a otra realidad son extremadamente importantes”, agregó.
En Kiev, la posibilidad de un ataque con misiles es una amenaza constante. Zhovten interrumpe las proyecciones 20 minutos cuando suenan las sirenas y pide a los asistentes ir a un refugio cercano.
Si la alerta se prolonga, la proyección se cancela y se pide al público regresar otro día con sus entradas.
El regreso de la pantalla grande ha sido gradual y las ventas de entradas es 30 por ciento de lo que era antes de la guerra.
La asistencia baja cada vez que un misil ruso cae en una zona civil. “Pero la sique humana es bastante resistente. En pocos días la asistencia se recupera, hasta el próximo ataque”, finalizó Antypova.