Moscú. La campaña militar de Rusia en Ucrania ya no tiene como objetivo sólo liberar las autoproclamadas repúblicas de Donietsk y Lugansk, sino también las regiones de Jersón, Zaporiyia y “otros territorios”, afirmó este miércoles el canciller ruso, Serguei Lavrov, en una entrevista conjunta con tres medios del Estado, las agencias RIA Novosti y Sputnik y el canal de televisión satelital RT.
A la vez advirtió que la “geografía de las coordenadas de la operación” se irá extendiendo si Estados Unidos y sus aliados, “debido a la rabia que causa la impotencia o al deseo de agravar la situación”, continúan proporcionando a Ucrania armamento de largo alcance como los lanzamisiles múltiples Himars.
Para Lavrov, “en este momento no tiene sentido sentarse a negociar” con Ucrania, pues “el pasado 15 de abril les entregamos nuestras propuestas para cesar las hostilidades y aún no nos han respondido”.
El canciller siguió la pauta marcada por el presidente Vladimir Putin, quien el martes anterior, en Teherán, dijo a la prensa que “el resultado final (de unas negociaciones) no depende de la voluntad de los mediadores, sino del deseo de las partes que están negociando en cumplir los compromisos asumidos. Vemos que las autoridades de Kiev no tienen ese deseo”.
Explicó el jefe de la diplomacia rusa: "Cuando se llevaron a cabo las negociaciones (entre Rusia y Ucrania) en Estambul, teníamos una geografía y estábamos dispuestos a aceptar la propuesta ucrania con base en esa geografía, la que había a finales de marzo de 2022. Pero ahora la geografía es otra".
Y precisó: “Ya dista de ser sólo las repúblicas populares de Donietsk y Lugansk, también abarca las regiones de Jersón y Zaporiyia y otros territorios, y ese proceso continúa de modo consecuente y persistente".
Según el titular de Relaciones Exteriores “no podemos permitir que en la parte de Ucrania que quede bajo control de (el presidente de Ucrania, Volodymir) Zelensky o de la persona que lo reemplace haya armas que representen una amenaza directa para nuestro territorio o para los territorios de las repúblicas que declararon su independencia o de aquellas que quieren definir su futuro por sí mismas", agregó.
Lavrov, coinciden quienes han seguido de cerca esta guerra, mencionó por primera vez que, aunque oficialmente no pretende ocupar el territorio de Ucrania, las tropas rusas se quedarán dónde estén en el momento en que se firme un pacto de paz.
Confirmó, en ese sentido, lo que comenzó a entreverse cuando, en los primeros días de hostilidades el ejército ruso logró hacerse con el control de una parte considerable de la región de Jersón, colindante con Crimea y después de Zaporiyia, lo que permite a Rusia establecer un corredor terrestre que une el Donbás con la estratégica península y quitar a Ucrania sus puertos en el mar de Azov.
Mientras decide el Kremlin qué hacer con los territorios bajo control de las tropas rusas, sigue enviando funcionarios rusos para desempeñar cargos clave de las administraciones no subordinadas a Kiev, reparte pasaportes rusos entre la población, impone el rublo como moneda local, estimula la apertura de filiales de bancos y operadores de telefonía celular rusos, promete abrir escuelas que impartirán clases en idioma ruso.
La Oficina de la Presidencia, desde donde se mueven todos los hilos de la política interna rusa, sopesa varios escenarios, entre ellos celebrar en Jersón y Zaporiyia, aunque sea con votantes desde territorio de Rusia, plebiscitos para autoproclamarse repúblicas populares a imagen y semejanza de las del Donbás y, después, declararse independientes.
Otra posibilidad, muy comentada en Moscú, es unir al Donbás con Jersón, Zaporiyia y eventualmente algún otro territorio ucranio en una sola entidad tipo “Rusia Oriental” y organizar un referendo de adhesión a la Federación Rusa.
Pero para poder instrumentar cualquier plan de integración es necesario, primero, terminar la ofensiva en Donietsk y, al mismo tiempo, evitar que Ucrania no inicie su propia contraofensiva para recuperar Jersón y otras partes del sur.