Tijuana, BC., El ayuntamiento de Tijuana autorizó la remodelación de la conocida “Casa de Silvestre” o “el Castillito”, icónica construcción de la ciudad levantada en los años 30 del siglo pasado por uno de los primeros grandes comerciantes del centro, la cual está incluida en la lista de bienes susceptibles de ser declarados patrimonio histórico del estado, publicada en el Periódico Oficial en 2016.
La “remodelación”, que cubre toda la fachada, debería provocar una discusión sobre cómo Tijuana, una ciudad joven, con apenas 133 años de fundada, destruye todos los días su patrimonio, señaló Juan Carlos Fernández, de la Red Ciudadana de Patrimonio Histórico.
La construcción de esa casa nos habla de cómo se fundó la ciudad. Así la platicaba Enrique Silvestre de Porta, quien llegó al puerto de Veracruz en 1910, proveniente de España, con 17 años, y a esta ciudad fronteriza en 1917.
“En 1923 los soldados cuidaban todos los terrenos que daban a lo que hoy es el bulevar Agua Caliente, a fin de que no los poseyeran los paracaidistas. Pero si alguien tomaba un terreno por la noche, sin ser visto por los del Ejército, hacía un cuarto y se metía a vivir, ya no lo podían sacar. Así le hice.
“Una noche llevé madera y herramienta, y me planté en el mejor terreno que vi; armé un cuarto, pues los paneles ya estaban listos, y nos metimos mi familia y yo. Al otro día vinieron los soldados, pero ya estábamos tan bien instalados que nomás se rascaron la cabeza y dieron parte al oficial. Ya no intentaron echarnos. Luego añadí otro cuarto y otro más. Con los años tumbé todos los cuartos de madera e hice mi castillito. Yo lo diseñé y dirigí la construcción; es de cantera” (entrevista realizada por Lilia Palomares y Jorge Soto Fuentes, publicada en Historia de Tijuana, Tijuana, UABC, 1981).
“No hay una cultura por preservar nuestro patrimonio cultural, hemos visto cómo edificios emblemáticos, por ejemplo, La Ocho –vieja cárcel de la ciudad–, El Toreo o el San Francis (un hotel) fueron demolidos o derrumbados sin remordimiento en perjuicio de la historia, del patrimonio y de la memoria de los tijuanenses”, lamenta Hilario Castillo, coordinador del Archivo Histórico de Tijuana.
Sin construcciones coloniales o vestigios de la época precolombina, simplemente porque aquí no había más que páramos, los edificios que están considerados dentro del catálogo de bienes susceptibles de ser declarados patrimonio son inmuebles de propiedad privada que no van más allá de 80 años porque Tijuana empezó a crecer en la década de los 20.
Destrucción de inmuebles
Los especialistas recordaron que en 1990 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ya habían elaborado un catálogo, el cual tuvo que ser depurado en 2016, debido a que más de la mitad de los inmuebles habían sido destruidos en ese cuarto de siglo; sin embargo, no se hizo un seguimiento sobre lo que se apuntó en esa última edición.
“Aunque esto compete al gobierno en sus distintos niveles, las leyes son muy claras y aquí no podemos meternos con la propiedad privada. Muchos de los edificios destruidos tenían ese régimen –la Casa de Silvestre también–, por lo tanto, si a los propietarios de estas construcciones icónicas no les interesan, no se pueden resguardar”, estableció Fernández.
El “Castillito” y la familia Silvestre tienen su historia en esta ciudad. Eduardo Silvestre, hijo del prominente comerciante barcelonés y heredero de la casa, fue Mister Universo y durante algún tiempo usó la propiedad como gimnasio; su hermano Armando fue actor y trabajó en producciones de México y Estados Unidos.
Aunque la fecha oficial de la fundación de Tijuana es el 11 de julio de 1889 –decisión que se tomó a posteriori porque en esa época no había más de 200 pobladores asentados–, fue en realidad a raíz de la prohibición del alcohol en Estados Unidos, en los años veinte, que el poblado creció, al calor de los espacios para venta de sexo, alcohol y apuestas.
“La mentalidad del tijuanense, quien siempre quiere vender, no ayuda, pero tampoco los gobiernos del Partido Acción Nacional, porque hicieron creer a la gente que si una propiedad se declaraba patrimonio no iban a poder ofrecerla al mercado, lo que es falso. Cuando le expresamos a alguien la posibilidad de convertir su espacio en un bien público, patrimonial, se les hace interesante en primera instancia, pero a la hora de la hora, nos topamos con que la gente lo ve como un perjuicio”, apuntó Juan Carlos Fernández.
Además, comentó, el departamento de Administración Urbana del municipio debió platicar con los dueños de la Casa Silvestre y referirles la importancia de respetar la fachada. “Es un trabajo de convencimiento sobre la relevancia histórica de una propiedad, no es fácil, pero las autoridades deberían intentarlo”.
Derrumbe de fin de año
No obstante, en Tijuana no sólo los edificios históricos de propiedad privada son destruidos. Carlos Bustamante Anchondo, alcalde priísta en 2011, pasará a la historia como quien mandó tirar el edificio de la Cárcel Pública Estatal de la calle Ocho, así como la vieja estación de bomberos, porque quería vender el terreno, sin importarle que eran construcciones de más de 80 años y patrimonio histórico de una ciudad que apenas tenía 100.
Al encontrarse con oposición pública a la venta del terreno y destrucción del inmueble, ordenó que se derribara la noche de un 30 de diciembre. Cuando la ciudad despertó para festejar el fin de año, la vieja cárcel había desaparecido. Ya no había nada que hacer.