Rubén Blades cuestionó que las manifestaciones que desde hace más de dos semanas ocurren en Panamá se centren en la rebaja de los precios del combustible y los alimentos mas no en la lucha contra la corrupción.
Los reclamos de las protestas “son de índole económica”, pero “no constituyen un ejemplo de la ira de un pueblo cansado de ser abusado por sus gobernantes, ni son una expresión de cansancio y crítica cívica ante la corrupción política”, dijo Blades en una publicación en su página de Internet.
“Panamá luce éticamente quebrada”, mencionó el cantautor multipremiado y reconocido en Latinoamérica, quien reside en Estados Unidos. “Nuestros rascacielos no logran ocultar la ruina moral que proyectamos”, sostuvo el también actor.
Crisis social
El panameño es un referente histórico en la salsa; voz autorizada en la música global. Tiene 17 premios Grammy, 35 películas como actor, cinco años como ministro de Turismo de su país, colaboraciones con músicos como Lou Reed, Elvis Costello, Sting, Steven van Zandt… es activista político-social y doctor en ciencias políticas.
Panamá, con 4.2 millones de habitantes, presenta una de las mayores crisis sociales desde 1989 desde que cayó la dictadura militar del general Manuel Antonio Noriega. El país ha sido escenario de manifestaciones y cortes de carreteras para exigir al gobierno de Laurentino Cortizo que baje los precios de la gasolina, los alimentos y las medicinas, mientras que algunos sectores también piden medidas contra la corrupción y el despilfarro de los recursos públicos.
Aunque el domingo, el gobierno y un grupo de organizaciones anunciaron un acuerdo para rebajar el precio de los combustibles y poner fin a los bloqueos, el pacto fue roto a las pocas horas por los convocantes de las protestas, según reportó la Afp.
Y el lunes por la noche, por medio de su página web, Blades comentó:
“He demorado en expresarme sobre los recientes sucesos en Panamá. Esperé inútilmente a ver si la contradicción que alimenta a las protestas se aclaraba. Veo que no ocurrirá y ahora presento mi opinión, a sabiendas de que provocará el rechazo de los que equivocadamente catalogan lo ocurrido como un despliegue de virtud y despertar cívico.”
Las manifestaciones y desórdenes públicos en Panamá “no constituyen un ejemplo de la ira de un pueblo cansado de ser abusado por sus gobernantes, ni son una expresión de cansancio y crítica cívica ante la corrupción política. No representan una protesta organizada contra el sistema partidista, ni un rechazo al clientelismo político. El pueblo no ha exigido lo que en verdad necesitamos: la sustitución del corrupto y desfasado paradigma político que nos destruye moral y económicamente”.
Problema estructural
La rebelión e indignación popular desatada contra el gobierno actual, a decir del músico, “no procura la desaparición de la estructura que sostiene su inoperabilidad. Las quejas planteadas por la masa para explicar su descontento no incluyen, ni promueven la sustitución del mal administrativo que paraliza nuestro futuro. Los reclamos son de índole económica, demandando subsidios, congelamientos de los precios de alimentos y de medicinas, y reclamando aumentos salariales que ayuden en estos tiempos difíciles”, pero “los quejosos no han planteado la necesidad de eliminar y remplazar al sistema imperante. No se ha señalado la causa real del conflicto”.
Asegura el autor de Pedro Navajas que “sólo con dinero no se resolverán las peticiones invocadas por los manifestantes, pues el problema que enfrentamos en Panamá es estructural y no coyuntural. La realidad es que vivimos bajo un paradigma administrativo que ha institucionalizado a la corrupción, creado leyes que inmunizan y protegen a funcionarios públicos corruptos, con un sistema legislativo y judicial dañado, actuando en consorcio para amparar y sostener la continuidad del mal que controla al país”.
Los hechos, considera el salsero, que lamentamos, seguro terminarán como siempre: “el gobierno, para preservar el orden social y atender las justas demandas del país contraerá nueva deuda y se la dejará al próximo, dándole a los quejosos lo que piden”.
Blades afirma que “Panamá luce éticamente quebrada…” Y concluye: “Y a los que escriban ‘Rubén, hijo de puta’, por favor, acuérdense de poner la tilde en la é. Espero que estén bien de salud, los enfermos recuperándose y la confianza firme y despierta”.
Blades, que disputó las elecciones presidenciales de Panamá en 1994 y fue ministro de Turismo en el gobierno de Martín Torrijos (2004-2009), ha escrito el año pasado diversos artículos contra la corrupción en su país.