París. Una prueba más de la extrema sociabilidad de los elefantes: las crías huérfanas son capaces de sobrellevar la pérdida de sus madres al vivir en manada, según un estudio realizada a grupos en libertad en Kenia.
Las hormonas del estrés encontradas en el estiércol permiten a los científicos investigar los efectos de la muerte de una elefanta en su cría, con la cual se considera que hay un vínculo fuerte incluso después del destete.
La idea surgió de Jenna Parker, joven estudiante de doctorado de la Universidad Estatal de Colorado, en Estados Unidos, apasionada por los elefantes de la sabana africana, especie clasificada en la lista roja de especies en peligro de extinción de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza debido a la caza furtiva y la destrucción de su hábitat.
“No se conoce bien el impacto global de la caza furtiva en estos animales altamente sociables”, explicó la investigadora, autora principal del estudio, publicado esta semana en Communications Biology.
“Cuando ves un rebaño, te das cuenta de lo mucho que importa la familia. Los miembros están siempre uno al lado del otro, los pequeños raramente se alejan más de 10 metros de la madre. Se tocan cuando comen, descansan, observan los movimientos de los otros”, contó.
“Las ceremonias de rencuentro en las que participa todo el grupo después de separarse por sólo unas horas son increíbles”, agregó.
Por eso, cuando los cazadores matan a un individuo, esta cohesión se rompe, amenazando “el bienestar de los elefantes, en especial de las crías cuyas madres han sido asesinadas”.
Parker y sus colegas querían averiguar cómo se sentían los huérfanos a nivel fisiológico ante el duelo, y estudiaron su respuesta al estrés.
Midieron para ello sus niveles de hormonas glucocorticoides, que las glándulas suprarrenales de los animales vertebrados liberan cuando enfrentan un factor de estrés; por ejemplo, si un individuo siente que su bienestar está en riesgo por la falta de un entorno seguro.
Esos marcadores se encuentran en la sangre, la saliva, la orina y las heces. “Los glucocorticoides fecales son una forma extendida y confiable de medir el estrés en la fauna silvestre”, indicó la investigadora.