Julián Lede hace una pausa durante un ensayo con un grupo coral para atender una videollamada de La Jornada. En su “identidad de músico inmerso en proceso creativo”, se le ve relajado. Al fondo se aprecia la Alameda de Santa María la Rivera en la Ciudad de México. Es un día soleado.
–¿Ensayas con un grupo coral? –se le pregunta.
Julián recuerda que en su infancia perteneció a un grupo de niños cantores que actuaba en las misas de la Catedral Metropolitana y en otras iglesias.
Eso quizá suena un poco raro para un músico que tiene múltiples identidades, como la de Silverio –llamado a sí mismo Su Majestad y conocido como El eslabón perdido de la música electrónica– o la de un performer no convencional.
Los ensayos con el grupo tienen que ver con un nuevo proyecto de Lede, quien lleva unos 30 años de carrera con diferentes proyectos que van desde el electro-pop hasta la experimentación, volcados en los grupos Titán y Nuevos Ricos, así como en el mencionado, despeinado e irreverente Silverio.
Julián es el encargado de crear una pieza sonora en vivo para Nosferatu: una sinfonía del horror, cinta dirigida hace 100 años por Friedrich Wilhelm Murnau e ícono del terror cinematográfico que este año celebra su primer siglo de “no vida”.
Energía diferente
La función musicalizada será la gala inaugural de la 21 Semana de Cine Alemán, el miércoles 10 de agosto en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
El artista comparte que el Instituto Goethe se acercó a él para proponerle que musicalizará esa pieza. “Me llamaron por un tema de identidades –explica–. Hay una parte del ciclo de la Semana del Cine Alemán que tiene que ver con eso y por ahí se dio el acercamiento, por las identidades con que trabajo”.
Lede se refiere en tercera persona a sus diferentes facetas: “Al final se quedó Julián con la sonorización. Fue lo más pertinente, porque Silverio podría ser un desastre para la situación; le gusta manejar otro tipo de energía, y en este caso tiene que ver con estar viendo la película en el momento y crear los sonidos. Como no trabajaré con computadoras, a las que les pones play y ya, entonces el tipo de energía es muy diferente a la que usa mi compadre (Silverio), que tiene que ver con algo explosivo. Acá hay otro tipo de concentración. En el escenario habrá invitados a los que estaré dirigiendo y hay que estar pendiente de lo que pasa”.
El músico dice que esa propuesta le cayó “como anillo al dedo. Siempre me han encantado las bandas sonoras. Todo el diseño de audio y la música que se hace alrededor de las películas me fascina porque tiene vida por sí sola más allá de que funcione en la cinta. Los soundtracks se pueden escuchar por sí mismos. Una parte de mi colección de discos, la más importante, es la que está relacionada con ellos y la parte de terror siempre me ha gustado mucho. Los valientes son los del instituto en confiar en mí. Desde que me hablaron por teléfono ya estaba componiendo; ya tenía la idea. Estar viendo la cinta es un ejercicio increíble porque actualmente estamos bombardeados de otro tipo de imágenes.
Nosferatu... es una de las obras capitales de uno de los grandes maestros del cine mundial, que a partir de una libre adaptación de la novela Drácula (1897), de Bram Stoker, legó para la posteridad uno de los pilares del expresionismo alemán. “Es una cinta increíble y esto es una manera de volverla a la vida. Una musicalización puede dar otro contexto a las escenas a partir de cómo las trabajes. Pueden cambiar radicalmente. Es un clásico y es impactante lo que lograron en ese tiempo con los recursos que tenían y por eso es una de mis favoritas”, afirma el compositor.
Explica su proceso creativo: “Existe una composición, un esqueleto y también una parte aleatoria que cambia. Hay una base con ciertas sonoridades a partir de crear una especie de maquinota que ayudará a llegar a la paleta de sonidos del filme. Uso algunos instrumentos eléctricos procesados para llegar a una sonoridades turbias y también trabajo con voces como para llegar a una paleta extremadamente brillante de luz y oscuridad. A través de instrumentos procesados encuentro un paisaje sonoro más turbio y tétrico. Incorporaré las voces para tener ese elemento de textura relacionado con la luz como algo puro.”
Lo que y tiene el expresionismo, comenta, “es un claroscuro. Le entré por ese lado. Son los elementos que tengo para jugar en el momento, como un sintetizador análogo (un MS-20 de Korg) filtrado a través de efectos y delays, un sistema de vicios organizado a través de una consola. Lo que construí fue una máquina de vicios –o de retroalimentación–. También habrá cintas filtradas, para surtir efectos sonoros cinemáticos”, explica.
Lede asegura que su performance “será orgánico. La computadora funciona de otra forma. Tengo pocos recursos que se utilizan muy bien. Elementos simples que pueden dar algo verdaderamente interesante”.
Ha utilizado ya contraimagen para artistas visuales, pero es la primera vez que sonorizo un filme mudo. “En mis otros proyectos siempre hay una parte cinemática; trabajo con sampleos que tienen mucha referencia visual. La música para mí siempre muta en imágenes en su cabeza, por ello hay una parte natural en este proyecto”.
–¿Refresca tus otras identidades?
–Es refrescante, y desarrollarlo es inventar un nuevo lenguaje para mí. Es empezar de cero. En general, uso otro tipo de máquinas y ahora el reto fue crear una máquina a partir de una simple consola de audio para hacer retroalimentaciones, loops...
Considera además que esta es una “cinta cabrona que se hizo saliendo de la Primera Guerra Mundial, luego de la fiebre española, es muy compleja en ese sentido”.
Afirma que, al margen de proyectos como éste, él ha seguido creando material para Titán y Silverio.
“Se están moviendo las cosas nuevas que me sientan tan bien. Al igual que a Nosferatu, me hacía falta refrescarme”.