Crisis energética y alimentaria, deterioro del poder adquisitivo por la creciente inflación, protestas ciudadanas en toda Europa y muchas otras manifestaciones que muestran el creciente deterioro social que vive el viejo continente, pero los gobiernos de la zona tienen sus prioridades, siempre en línea con Estados Unidos: no atender las urgencias de sus respectivas poblaciones, sino incrementar el gasto militar en una proporción nunca registrada y “modernizar” los ejércitos de la zona.
Más allá del bla, bla, bla (“defensa de la democracia” y “búsqueda de la paz”), el acuerdo concreto de las naciones integrantes de OTAN, reunidas en Madrid a finales de junio pasado, se plasma en la declaración conjunta: que para 2024 todos esos países destinen no menos de 2 por ciento de sus respectivos PIB (producto interno bruto) al gasto de defensa, sin dejar a un lado que “damos la bienvenida al considerable progreso (en tal sentido) desde 2014”. Quien se lleva la palma, desde luego, es Estados Unidos, cuyo Congreso autorizó un gasto militar de 840 mil millones de dólares para el siguiente año fiscal, que para los gringos arranca el primero de octubre de 2022.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg (ex primer ministro de la supuestamente “pacifista” Noruega) se mostró feliz en Madrid, porque según su información “en 2014, cuando (en la cumbre de aquel año, realizada en Gran Bretaña) acordamos el compromiso de inversión en defensa sólo tres de los aliados cumplían con la directriz de gastar 2 por ciento del PIB en defensa; al mismo tiempo, disminuía en Europa y Canadá. Desde entonces, el gasto en defensa ha aumentado en todos los países y ahora nueve aliados cumplen con ese compromiso” y van por el resto. No sólo eso: desde 2014 las naciones europeas y Canadá “han gastado 350 mil millones de dólares estadunidenses más, pero ahora se trata de gastar juntos más inteligentemente”.
Al respecto, el Instituto Internacional de Investigación por la Paz de Estocolmo le pone números a la “alegría” de Stoltenberg y lo que representa: “el mayor crecimiento en las importaciones de armas entre las regiones del mundo se produjo en Europa. En 2017-2021, las importaciones de armas importantes por parte de los estados europeos fueron 19 por ciento mayores que en 2012-2016 y representaron 13 por ciento de las transferencias mundiales de armas. Los mayores importadores en Europa fueron Reino Unido, Noruega y Países Bajos. También se espera que otros estados europeos aumenten significativamente sus importaciones de armas durante la próxima década, ya que recientemente realizaron grandes pedidos de armas importantes, en particular aviones estadunidenses de combate. A pesar del conflicto armado en el este de Ucrania durante 2017-2021, las importaciones de armas importantes del país en el período fueron muy limitadas”.
Pues bien, los gobiernos europeos (todos integrantes de la OTAN) se llenan la boca con la frase “trabajamos por la paz”, pero los hechos son distintos. De acuerdo con el citado Instituto, “las exportaciones estadunidenses de armas se incrementaron 14 por ciento entre 2012-2016 y 2017-2021, aumentando su participación mundial de 32 a 39 por ciento. En 2017-2021 esas ventas fueron más del doble (108 por ciento) que las del segundo mayor exportador, Rusia. Oriente Medio representó 43 por ciento de las transferencias de armas de Estados Unidos. Especialmente importante para el crecimiento de ellas fue el aumento en las entregas de armamento importante a Arabia Saudita (106 por ciento).
“Defensores” a ultranza de la “paz”, Francia –tercer mayor exportador mundial de armas– aumentó sus ventas 59 por ciento en el periodo de referencia e Italia 16 por ciento. Las ventas de Alemania cayeron 19 por ciento y las de Reino Unido 41 por ciento, lo que no quiere decir que estén fuera de la jugada.
A eso se dedican los gobiernos adscritos a la OTAN, es decir, al juego de la guerra (al que denominan “esfuerzo por la paz”) y a los jugosísimos negocios que ella implica, de tal suerte que si hay crisis energética, alimentaria, creciente inflación y demás calamidades, pues que sus respectivos pueblos se jodan.
Las rebanadas del pastel
Mientras, “en nombre de la paz”, unos cuantos se dedican al jugosísimo negocio de la guerra, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas informa que alrededor de 345 millones de personas en 82 países están en riesgo de morir de hambre... y contando.