El inicio del deterioro ambiental no tiene fecha exacta. Si consideramos los cambios climáticos que se han presentado, los más dañinos –según los especialistas en la historia de la Tierra– son los que se originaron cuando comenzó la industrialización.
Desde ese momento, la disminución de la calidad del aire, el agua y la tierra ha sido continua y con diversos niveles de peligrosidad. Revertir paulatinamente este horizonte es una tarea universal y urgente que debe impulsar las decisiones más razonables para la subsistencia.
El atraso en la convivencia pacífica de la población mundial es tan preocupante como la misma contaminación y el calentamiento global. Las políticas ambientales atrasadas que algunos países hegemónicos han impuesto en contra de un tipo de comercialización, razonable y humanitario, es la peor contaminación de la historia.
No podemos asegurar que todos los países estén involucrados en la destrucción industrial. Los que mayor responsabilidad tienen son aquellos cuyos gobiernos sordos y ciegos –no decimos mudos, porque sí hablan, pero no actúan– no han querido aceptar que el planeta no les pertenece, y que los recursos naturales, tarde o temprano, estarán limitados para el mundo entero.
Factores de todo tipo, por ejemplo, las necesidades vitales rebasadas por aquellas creadas e impuestas ideas sobre la inexcusable acumulación de la riqueza, y otras acciones como los saqueos, han propiciado el periodo ambiental riesgoso en el que nos encontramos desde hace centurias.
Seguimos dependiendo de las fuentes de energía en todas sus variantes. Nadie pensaría que Alemania, de los países más activos en la campaña para eliminar el uso del carbón como combustible, tenga que recurrir a este despreciado energético.
En Francia, el presidente Emmanuel Macron alerta a su pueblo acerca de la suspensión del abasto de gas natural ruso, lo cual no resuelve el problema, pero la gente tomará las precauciones que tenga a la mano frente a los apagones y los combustibles racionados. Tal vez el aviso del mandatario llegó tarde, pues la llave del gas ya está cerrada.
La extraordinaria obra de ingeniería de los gasoductos Nord-Stream-1 y Nord-Stream-2 demuestra que las políticas belicosas en contra de la Federación Rusa, en este caso, están teniendo consecuencias graves.
No se puede vivir con la permanente amenaza irracional de una próxima escasez que nos prive de los alimentos, el agua, la electricidad y otros insumos necesarios. El ejemplo de ese sinsentido son las guerras en Irak, Siria, Yemen, Ucrania y otras que fueron inventadas por los países hegemónicos para golpear el desarrollo comercial de esas naciones, con abundantes fuentes de recursos naturales valiosos. El “modelito” (económico capitalista), como lo señala la Rayuela de ayer en La Jornada, ha sido un verdadero fracaso y no resuelve nada de lo más importante que debería solucionar: el alimento, la educación, la seguridad social y todo lo que se necesita para vivir dignamente.
El abasto de mercancías vitales (alimentos, agua, medicamentos, energéticos, entre otros) se ha complicado de tal forma que, si no se siguen al pie de la letra los nuevos algoritmos político-económicos neoliberales tramposos, decenas de países pobres quedan sin la posibilidad de resolver sus necesidades. Estas relaciones empresariales dominantes y tóxicas deben desaparecer, sólo de esa forma se llevarán a cabo nuevas y sanas relaciones comerciales para que todo mundo tenga la posibilidad de comerciar con quien sea necesario, sin que nadie muera en el intento.
A propósito de tragedias, ¿qué opinan sobre el riesgo de que más de 300 millones de seres humanos fallezcan porque no hay alimentos suficientes para evitar una hambruna mayor? ¿No es esto una muestra del atraso de la civilización? ¿Qué evidencian los países de la Unión Europea, comandados por Estados Unidos, con la cantidad exorbitante de muertes inocentes de hombres, mujeres y niños? En principio, una profunda ignorancia e insensibilidad ante la penuria de millones de seres humanos. El dineral que se ha quemado en las recientes guerras sucias, de alta y baja intensidad, además de los conflictos bélicos, distractores eventuales, han agravado la crisis económica y de energéticos, que se produce por la desviación de 700 millones de euros diarios sólo en el caso de la Federación Rusa.
Los conflictos armados nos afectan. No importa si están a miles de kilómetros de distancia. Ahora tenemos que agregar las fugas de dinero debido a los piratas que asaltan plataformas petroleras y la pérdida, por lo menos temporal, de la millonaria multa de 9 mil 145 millones de pesos que la empresa española Iberdrola no pagará, gracias a un juez con criterio muy cuestionable.
Twitter: @AntonioGershenson