Yeda. El presidente Joe Biden se comprometió ayer en una cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo a que su gobierno “no se apartará” de Medio Oriente y no cedería su influencia a otras potencias mundiales, como Rusia, China o Irán.
“Lo voy a decir bien claro: Estados Unidos seguirá siendo un aliado involucrado en Medio Oriente”, aseguró el jefe de la Casa Blanca, al cerrar una gira de cuatro días por la región centrada en fortalecer la posición de su país en la región e impulsar el flujo mundial de petróleo.
“No nos alejaremos ni dejaremos un vacío para que lo llenen China, Rusia o Irán. Buscaremos consolidar este momento con un liderazgo estadunidense activo y de principios”, declaró Biden, en su primer viaje a Medio Oriente, donde visitó Israel, Cisjordania y Arabia Saudita.
El encuentro congregó en la ciudad saudita de Yeda en la costa del mar Rojo a los seis gobernantes del Consejo de Cooperación del Golfo, Arabia Saudita, Omán, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, junto a los de Egipto, Jordania e Irak.
Aunque las fuerzas estadunidenses continúan atacando objetivos en la región y están desplegadas enbases en todo Medio Oriente, el gobernante demócrata sugirió estar buscando un nuevo capítulo después de las invasiones del país a Irak y Afganistán. “Hoy me enorgullece decir que la era de las guerras terrestres en laregión, guerras que involucraron a un gran número de fuerzas estadunidenses, ya no está en marcha”.
El mandatario prometió también un paquete de mil millones de dólares para seguridad alimentaria en Medio Oriente y el norte de África, amenazada por la hambruna desde la invasión rusa de Ucrania, la cual ha detenido los embarques de cereales al mundo. Además, presionó a sus homólogos para que garanticen los derechos humanos, sobre todo los de las mujeres y para el ejercicio de la libre expresión.
El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, al presidir una cumbre, señaló que las “políticas poco realistas” para reducir las emisiones de dióxido de carbono podrían alimentar una “inflación excepcional” y señaló que Riad puede aumentar su producción petrolera de 10 millones de barriles diarios hasta 13 millones.
Los líderes de los países del Golfo Pérsico, así como los de Egipto, Jordania e Irak, saludaron en un comunicado conjunto las afirmaciones de Biden sobre las asociaciones estratégicas plurianuales en materia de seguridad y cooperación en la región. Funcionarios sauditas indicaron que querían dejar atrás el tema del asesinato en 2018 del periodista Jamal Khashoggi, un día después de que Biden lo mencionó en su primer encuentro con Bin Salmán.
Biden responsabilizo al príncipe heredero de la muerte de Khasho-ggi y dijo que había advertido al monarca de la aplicación de su política exterior contra nuevos ataques a los disidentes, sin especificar qué medidas podría tomar.
La invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto una divergencia antes impensable entre Wa-shington y los principales aliados de Medio Oriente, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, gigantes petroleros que se han abstenido de apoyar a la administración de Biden en su intento de aislar a Moscú.
En un gesto de acercamiento, Biden invitó a su homólogo emiratí, el jeque Mohamed bin Zayed Al-Nahyan, a ir Washington antes de que acabe el año.
Arabia Saudita acordó conectar las redes eléctricas del Consejo de Cooperación del Golfo con Irak, que depende en gran medida de la energía procedente de Irán, “para proporcionar a Irak y a su pueblo fuentes de electricidad nuevas y diversificadas”, informó la Casa Blanca.
Washington aprovechó también el viaje para impulsar la integración entre Israel y los países árabes.
Arabia Saudita se ha negado a unirse a los Acuerdos de Abraham, auspiciados por Estados Unidos, que en 2020 propiciaron los vínculos de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
No obstante, Riad anunció antier el levantamiento de restricciones de sobrevuelo para aviones que viajan hacia y desde Israel, situación que Biden calificó como “histórica”.
Sin embargo, el ministro saudita de Relaciones Exteriores, el príncipe Faisal bin Farhan, matizó ayer que esta decisión “no tiene nada que ver con los nexos diplomáticos con Israel”.