Moisés Gutiérrez tenía templado el pulso. Dos veces sacudió el bate para hacer estallar el sonido de tabla seca en un par de jonrones que fueron cruciales en la victoria 17-7 de Diablos Rojos sobre Bravos de León, para poner la serie a un juego por bando. El resultado no sólo era necesario para cortar una racha de tres partidos perdidos en casa, sino también porque la temporada está a tres semanas de terminar y no pueden permitirse más tropiezos.
El bateo escarlata volvió a sacar el barco a flote. La defensiva estuvo fina, cuidaron la pizarra, dieron espectáculo y evitaron descalabros, y aunque en el pitcheo aún no encuentran el equilibrio urgente para pensar de forma sólida en el campeonato, cuando logran apagar el fuego mantienen a salvo el montículo.
Diablos anotó desde el primer inning, dos carreras para no irse en blanco, pero la respuesta de Bravos fue furibunda. Cuatro carreras en la segunda entrada y tres en la tercera ponían un panorama fúnebre para una novena que ha perdido los últimos juegos en su propia casa.
Ahí fue donde salió ese espíritu rebelde, la esencia escarlata aficionada al drama y a conseguir victorias al borde del abismo. Seis carreras en la tercera entrada, con un cuadrangular de tres timbres por obra del Mollete Gutiérrez, quien corrió aliviado, apuntando a lo alto después de tanto sufrimiento reciente.
A los lanzadores de León se les atragantó también el cuarto inning, donde Diablos les asestó un rally de cuatro anotaciones más. A los serpentineros, que fueron al rescate por los Bravos, todo les salió fatal. Tuvieron las bases ocupadas e incluso recibieron dos carreras de caballito, una de las formas más bochornosas de recibir anotaciones para un lanzador.
Con el pitcheo fuera de control, Bravos no encontró cómo romper la confianza que crecía en los bateadores escarlatas. Al echar mano del bullpen, sólo extraían más problemas.
En el sexto rollo a Bradley Gonzales le sumaron tres rayitas. Y en el siguiente capítulo, dos timbres más –pues el inspirado Moisés Gutiérrez prendió su segundo cuadrangular del partido–, que esta vez se fue por encima del jardín izquierdo para que Roberto Ramos anotara la última y definitiva de los Diablos.
La novena entrada fue el clímax del serpentinero colorado, Bruce Rondón tiró preciso, ponchó a uno y el último out fue como si salvara todo un campeonato. Los Diablos están de regreso.