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Economía

2022-07-15 06:00

Economía moral

Periódico La Jornada
viernes 15 de julio de 2022 , p. 22

Estamos a casi medio siglo del final del gobierno (1970-1976) de Luis Echeverría Álvarez (LEA), quien falleció hace unos días a la edad de 100 años. Muchos comentarios y análisis se han publicado sobre su gobierno. Desde las posturas críticas, se ha enfatizado (entre otras) su muy probable culpabilidad en la represión al movimiento estudiantil (en particular, la masacre de Tlatelolco cuando era secretario de Gobernación y el presidente era Díaz Ordaz), el halconazo del 10 de junio de 1971, la guerra sucia, la represión de algunos movimientos sindicales y el golpe a Excélsior, (casi) único medio crítico de entonces. Algunos comentaristas han destacado los claroscuros de su gobierno, poniendo junto a lo anterior, algunos aspectos luminosos, como su política exterior, particularmente como promotor de la noción de países no alineados en la guerra fría y la actitud ante el golpe militar en Chile. Más escasos han sido quienes han notado otros dos aspectos positivos de su gobierno: el impulso a la educación media y superior y a la ciencia y la tecnología; y el impulso al empleo, el poder adquisitivo de los salarios y la reducción de la concentración del ingreso, todo ello manifestado en la reducción de la pobreza. Me centro hoy en mostrar algunos datos sobre estos lados luminosos. No siempre he podido tener datos exactos del periodo 1970-1976 porque se suelen captar con una lógica no sexenal.

En la gráfica presento un análisis de la evolución de lo que he llamado Brecha Legal (estricta y flexible), que es la distancia entre el nivel que deberían tener los salarios mínimos según el Art. 123 constitucional. La brecha legal estricta (BLE) es la que supone que bastaría un perceptor del ingreso mínimo legal anual (salario mínimo, más aguinaldo y prima vacacional) y el costo de la CNSE (Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales, desarrollada en Coplamar y que se usa, actualizada, para las mediciones de pobreza que lleva a cabo el Evalúa CDMX, así como las que yo hago usando el Método de Medición Integrada de la Pobreza, MMIP). La brecha legal flexible (BLF) es la que toma en cuenta el IMA no de un perceptor sino del promedio de N° de perceptores por hogar observados. La gráfica presenta la evolución de ambas brechas de 1960 a 1990. Como se aprecia, ambas tienen forma de V. Hay una baja rápida de ambas brechas entre 1960 y 1977 (una reducción casi a la mitad en 17 años en la BLE, mientras la BLF pasa de 56.2% a -8.3%), seguida de un alza moderada y de un estancamiento en el periodo 1977-1982, y por último un alza muy rápida a partir de 1983. La brecha legal flexible llegó a ser negativa en 1976-1978. En conclusión, se observa un mejoramiento sustancial de los salarios mínimos y medios, lo cual, combinado con el rápido crecimiento de la ocupación, debió resultar en una expansión acelerada de la masa salarial. La participación de la remuneración de asalariados en el Ingreso nacional Neto (la distribución funcional del ingreso), que había caído entre 1940 y 1952 (gobiernos de Ávila Camacho y Miguel Alemán) de 37% a 28%, subió rápidamente hasta alcanzar 46% en 1976, al final del gobierno de LEA. Después empezó a caer estrepitosamente llegando en 1985 a 33%, nivel cercano al de 1942. Esta mejoría en la “distribución funcional” del ingreso también se aprecia al analizar la “distribución familiar” del ingreso: 40% de los hogares con menores ingresos, que percibían en 1968 el 8.1% del ingreso total, recibieron el 10.4% en 1977 (28% más), mientras el ingreso del 10% más rico cayó, en esos mismos años, de 48.3% a 40.1% (17% menos). Por todo lo anterior, la pobreza de ingresos disminuyó sustancialmente entre 1968, cuando fue de 72.5% de la población, a 58% en 1977, una baja de 14.5 puntos porcentuales, equivalentes a 20% de la cifra inicial, en 9 años.

En materia educativa y de ciencia y tecnología, la creación de El Colegio de Bachilleres (casi simultánea a la creación del CCH, que no hubiese sido posible sin una expansión del apoyo presupuestario a la UNAM), de la Universidad Autónoma Metropolitana y del Conacyt, se tradujo en el explosivo aumento de la matrícula tanto en educación media superior, que pasó de 226 mil estudiantes en 1968 a 741 mil en 1974-75 (3.3 veces) y a 1.33 millones en 1979-1980 (casi 6 veces la matrícula de 1968). En educación superior, la matrícula casi se duplicó en 6 años de 222 mil en 1968 a 437 mil en 1974-75. Las tasas de crecimiento anual de las matrículas de educación media y superior fueron entre 11% y casi 15% desde 1955 hasta 1979-80, alcanzando su valor máximo (14.8%) en el ciclo 1974-75. La mejoría en los niveles educativos de la población también es clara cuando se analiza la evolución de la población de 15 años y más con primaria completa y más, que era menos de la quinta parte en 1960 (19.75) y llegó casi a las dos terceras partes (63.1%) en 1990. La década en la que el aumento fue más rápido fue la de 1970 a 1980, cuando pasó de 29.5% a 51.7%. En esa misma década la atención a la demanda de primaria pasa de 56.9% a 86.5%. Los logros relatados no son, para nada, menores. Seguiré analizando los logros en otros campos en la próxima entrega. La información que hoy presenté y la que presentaré en la próxima entrega se puede encontrar, mucho más detalladamente, en mi escrito “Condiciones económicas y sociales en México en los años sesenta”, en Ricardo Valero (coord.), 1968 Aquí y ahora. A 50 años del movimiento estudiantil. Testimonios y reflexiones, UNAM, Vol. 3, 2019, disponible en mi página web.

www.julioboltvinik.org

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