Por varios rumbos de la ciudad han aparecido algunos personajes que dicen, con tono de suficiencia, que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sólo tiene una candidata y esa es Clara Brugada. Lo malo es que, me aseguran, “Claudia, ni enterada”.
El dicho que parecería broma lo apoyan algunos alcaldes del oriente de la ciudad, sobre todo esos que tienen larga cola que les pisen y que saben que sólo con la actual titular de Iztapalapa podrían seguir medrando a costa del erario.
También aseguran que la jefa de Gobierno encargó algunas responsabilidades importantes a Brugada, por lo que estiman que es ella, la de Iztapalapa y nadie más, la que habrá de contar con las simpatías de Sheinbaum.
No obstante, la Ciudad de México tiene características propias y, sobre todo, una autonomía en sus habitantes que difícilmente habrán de sufragar por alguien que ponga en duda el desarrollo de la urbe.
La muestra ya está. La mitad de los puestos de mando en las alcaldías se perdió y una mala candidata pondría en peligro la permanencia de la izquierda en el poder. Eso ya debería haberlo aprendido Morena. La contienda será más difícil de lo esperado porque, como ya hemos señalado, la oposición piensa arrebatar el poder y será aquí donde despliegue toda su fuerza porque sabe que tiene perdido el país.
Los posibles opositores crecerán según quién sea la o el candidato de la izquierda. Hoy, las encuestas marcan casi un empate cuando se trata de sumar alianzas, y aunque Morena aún logra tener ventaja, resulta tan débil o tan pobre que en un descuido –una mala candidata– se puede esfumar.
Por lo pronto, las tribus en conflicto se habrán de medir a final del mes en una elección que definirá su poder dentro de ese partido. En la ciudad estarán en juego 29 puestos. La que obtenga mayores congresistas podrá inclinar la balanza, sin duda.
Y mientras eso pasa, Martí Batres y sus huestes se apoderan de algunos órganos burocráticos; Clarita Brugada, de ex funcionarios, y la oposición se fortalece con la idea de que cuando menos esos dos nombres no tendrán el respaldo necesario para ganar la elección por la jefatura de Gobierno.
No estaría mal que en breve, y para evitar tanta especulación –las campañas subterráneas están a todo lo que da–, la jefa de Gobierno diera a conocer la lista de las o los posibles aspirantes de Morena en la ciudad. No parece que hubiera muchas pétalos en la margarita.
De lo que todos están seguros, así se ha demostrado, es que nadie cree en la pureza de la encuesta; unos y otros pretenden el mando de ese partido tomando las riendas de sus órganos de control interno, como lo hicieron Los Chuchos en el PRD.
De pasadita
Primera: Y ya que andamos por esos caminos del mal, déjeme contarle que por los rumbos del Zócalo anda un grupo autollamado Morenaje, que tiene como cabeza a Luisa María Alcalde y que busca postular a otro junior a la presidencia de ese partido en la ciudad, en este caso al diputado federal Miguel Torruco, hijo del secretario de Turismo, del mismo nombre. ¿Ya ven cómo eso de destruir a Morena desde adentro va en serio?
Y segunda: Ah qué el INE federal y el Instituto local, tan afectados por la miopía. El fin de semana y bajo la responsabilidad de la alcaldesa en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal se echó un mitin de campaña que parece que no miraron los jueces electorales.
Eso que podría ser una violación de la ley electoral muestra la necesidad de cambiar las reglas porque las que hoy enmarcan las justas electorales ya no funcionan.
Y qué bueno que lo hizo Monreal, así se puede tener la seguridad que los cambios de ley podrán tener vía libre en el Senado, que con el zacatecano nada puede ser seguro; todo, como siempre con él, es un juego de intereses y nada más.
Total, si no van a respetar las reglas, tal y como se construyeron alguna vez, pues que se retiren de la contienda o que busquen cambiarlas para no seguir haciendo de la ley un cedazo donde algunas cosas pasan y otras se quedan atoradas para siempre.