Madrid. El artista valenciano Joaquín Sorolla también es conocido como el “pintor de la luz”, de los colores brillantes y luminosos en los que evoca el mar Mediterráneo, los atardeceres con los azules de su región. El Museo Sorolla de Madrid, en su afán por divulgar la integridad de una personalidad artística compleja, inauguró una exposición con la que se adentra en su faceta “negra”, donde el color negro es el protagonista.
Sorolla en negro se pensó como un oxímoron, en el que precisamente se anuncia lo contrario de lo que cualquier persona buscaría en la obra del pintor valenciano, en especial porque el negro podría considerarse la antítesis del color, la oscuridad misma, también presente de manera notoria en su paleta.
La exposición consta de una cuidada selección de 62 obras que provienen tanto de la colección del museo como de préstamos de instituciones y particulares. Algunas de las piezas, especialmente las de coleccionistas privados, permanecían inéditas al público en general, como María pintando, de 1911, o Retrato de Manuel Bartolomé Cossío, de 1908. Asimismo, se presenta por primera vez, luego de su reciente restauración, la obra S.M. La reina María Cristina. Estudio para “La Regencia”, que según estimaciones se creó entre 1903 y 1905.
La exposición cuestiona la idea de que el color negro, y cuanto significa, está reñido con la poética del pintor valenciano. La propuesta niega una gran parte de la tradición crítica en torno a Sorolla, empezando por sus propios contemporáneos. El comisario de la exposición, el historiador del arte Carlos Reyero Hermosilla, explicó que el uso del color negro en la obra de Sorolla se circunscribe a la tradición pictórica española, de su veneración y estudio de artistas como Velázquez, El Greco y Goya, y que Soralla lo hizo con idéntica ambición: convertir el negro en un elemento de expresividad, sugerir estados poéticos y anímicos y reinterpretarse como un color que traduce la modernidad de su tiempo.
La muestra comienza con los acordes cromáticos de negros y grises en retratos que dotan a la pintura de una personalidad particular; para centrarse a continuación en el significado cultural del color negro que impregna la época y la obra del pintor naturalista; después se adentra en un nuevo uso del negro, que toma forma en el siglo XIX, como creador de contrastes radicales y potenciador de otros colores. La exposición finaliza con las monocromías, que son escenas envueltas en tonos grisáceos o azulados.
El curador explicó que el color negro funcionó, a finales del siglo XIX, como un plano intenso que aportaba en sí mismo luminosidad, una lección heredada de Velázquez por pintores como Manet y, por supuesto, Sorolla. “Ningún otro pigmento permite de forma tan evidente crear contrastes y aportar cualidades a la luz general de la obra. El negro funcionó en esta época como un plano intenso que potencia los otros colores y el recurso de una superficie fuertemente iluminada frente a otra oscura u oscurecida, negra en algunas ocasiones, que aparece con frecuencia en la obra de Sorolla”.