Ciudad de México. México y Estados Unidos tienen un intenso vínculo que va más allá de compartir la historia y 3 mil 180 kilómetros de frontera: “nos une el tratado comercial, una relación económica muy importante, somos el segundo socio comercial del país del norte”, sostuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador al destacar la relevancia de alcanzar acuerdos en beneficio de ambos pueblos durante la reunión con su homólogo estadunidense, Joe Biden.
Al definir prioridades en su encuentro bilateral indicó que serán la migración y acuerdos para enfrentar la coyuntura económica con énfasis en la inflación y la seguridad, sobre la base del respeto a la soberanía. En seguridad, se mantiene la presencia y colaboración con la Administración del Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), pero bajo otra regulación que obliga a rendir informes al gobierno mexicano de su actuación; no pueden actuar por su cuenta, ni ordenar lo que México lleva a cabo en su política de seguridad.
El Presidente señaló que ya no ocurrirán los “excesos” de la Iniciativa Mérida ni del operativo Rápido y furioso (bajo el gobierno de Felipe Calderón), derivado de un acuerdo entre los gobiernos para introducir armas legalmente a México que provocaron muchas muertes, e hizo particular hincapié en materia migratoria, a partir de la propuesta central que planteará: “lo que queremos es que la migración no sea forzosa, que la migración sea opcional y desde luego completamente legal. Que se llegue a un acuerdo, ordenar el flujo migratorio, legalizarlo”.
Recordó que bajo el gobierno de Franklin D. Roosevelt se instrumentó el programa Bracero, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, como un esquema de colaboración económica. “Son otros tiempos, pero hay circunstancias parecidas, ¿por qué no dar ese paso? Ah, que van a dar el grito en el cielo los conservadores. ¿Y? Es como si yo aquí no hiciera nada, no cambiáramos el horario de verano, porque ponen el grito en el cielo los financieros; o no ayudáramos a los pobres porque los conservadores hablarían de paternalismo, de populismo. No”.
En vísperas de su viaje a Washing-ton, López Obrador terminó su conferencia señalando: “Sin arrojo no hay porvenir; sin cambios de fondo no se resuelven los problemas. Se requieren transformaciones, ese es el planteamiento, o sea, vamos a cambiar. Y que no acepta Rubio… ¿Cómo se llama? Marco Rubio. Que no acepta… ¿Cómo se llama el de Texas? Ted Cruz. O el gobernador de Texas, pero lo que hay que pensar es en el bienestar de todos los estadunidenses y de todos los mexicanos”.