Una inversión que genera grandes rendimientos es la compra de obras de arte. Se trata de un sector que supera los rendimientos en renta fija, en acciones y en la adquisición de inmuebles.
Los precios de pinturas y esculturas suben como la espuma, aún en tiempos de crisis. La obra más valorada es Salvator Mundi, de Leonardo Da Vinci. Se vendió a un príncipe saudí por 450 millones de dólares en 2018.
Por ahora, a nivel global, el arte asiático gana terreno. La razón es que una nueva clase de multimillonarios chinos se apropia de la belleza a nivel individual y comienza con la adquisición de obras de arte de su región.
El mercado del arte apenas tiene 500 años. Surgió en el renacimiento, debido al enriquecimiento de comerciantes y artesanos independientes. Fue en Amberes y en Ámsterdam donde comenzó este proceso. Los productores libres contaban con excedentes económicos para embellecer sus residencias. Se trata del surgimiento del capitalismo y de la clase empresarial.
En el caso de México, los artistas que han alcanzado los mejores precios son Diego Rivera, con Baile de Tehuantepec (15.7 millones de dólares); Rufino Tamayo, con Trovador (7.2 millones de dólares), y Francisco Toledo, con Vaca roja (750 mil dólares).
Frida Kahlo merece un comentario especial. Esta artista se ha convertido en un símbolo de sacrificio, bisexualidad, pasiones, revolución, tristeza, dolor y muerte, entre otros imaginarios. Un cuadro de Frida se vendió en 1977 en 20 mil 900 dólares ( Árbol con esperanza); otra de sus obras, Diego y yo, se vendió en 1990 en un millón 430 mil dólares; esa última obra ya alcanzó en 2021 un precio de 34.9 millones de dólares y en esos rangos se cotizan otros cuadros de Frida cuando salen al mercado.
La valoración del arte cambia con el tiempo. Diego Rivera desarrolló una mejor técnica que Frida y tuvo mayor reconocimiento en vida; sin embargo, la intensa mitología sobre Frida y coleccionistas, museos y compradores especiales como Madonna, han impulsado los precios de sus obras a las nubes.
La conclusión es que en el mercado del arte no sólo importa la calidad de la obra, sino el mito creado alrededor del autor. La historia real o imaginaria del creador es casi tan importante como su propia obra.