Autoridades y medios de comunicación fomentan, a diario, el miedo a la enfermedad, la vejez y la muerte, en lugar de promover, también a diario, modelos útiles de salud y opciones para preservarla, no un combate demagogo a la enfermedad, que suele ser efecto y no causa. Esta obsesión por evitar a La Puntual como si no fuera parte de la vida, desemboca en un vitalismo tan ofuscado como lucrativo para una minoría, en perjuicio, como siempre, de las mayorías.
Roberto Olivera, médico salvavidas a domicilio, comparte la siguiente reflexión: “Junto con la infección por el virus SARS-Cov2 o Covid, apareció otra especie de virus que ha infectado a todo el mundo y para la que no hay medicamento que funcione. Se convirtió en enfermedad crónica, con síntomas variados, a veces muy graves. Muchas ocasiones afectó el sistema inmune y permitió que el covid diera síntomas más graves que produjeran complicaciones mortales. Evolucionó, a la par del covid, a una pandemia que afecta, sin que la gente lo reconozca, más que la del covid”.
“Esta pandemia ha afectado la economía, las relaciones personales, laborales, escolares y familiares. El tratamiento está al alcance de todos, no tiene costo económico, no daña a las personas y no tiene efectos secundarios negativos. Esta especie de virus se llama MIEDO. El tratamiento se llama fe. Las personas que directamente nos tendrían que ayudar, científicos, médicos, sacerdotes, pastores, etcétera, también se infectaron y fueron invadidos del miedo. Y si lo tienen, cómo podrían compartir confianza y tranquilidad a sus pacientes y feligreses. Ahora, si el médico no tiene fe, cómo puede prescribir medicamentos que ayudarían al paciente a evitar complicaciones por covid. Curiosamente, enfermos que se recuperaron, sin o con mínimas secuelas, no perdieron el miedo y siguen sufriendo los estragos de éste. Creo que es oportuno recordar el salmo de David: ‘El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento…’ Quien no aprende a vivir, teme morir”.