Druzhkovka. Después de cuatro meses y medio de haber iniciado su operación militar en Ucrania, el ejército ruso proseguía ayer sus “incesantes” bombardeos en la región oriental de Donietsk, informaron autoridades locales.
El gobernador de ese territorio, Pavlo Kyrylenko, afirmó que hay un saldo de seis muertos y 21 heridos en 24 horas y que el ejército ruso “se está reagrupando, o reconstituyendo sus grupos y preparando nuevas acciones en Sloviansk, Kramatorsk y Bakhmout”.
En Járkov, los misiles rusos dejaron cuatro muertos y nueve heridos civiles, indicó el gobernador Oleg Sinegubov.
Según un alto responsable del Pentágono, la nueva ayuda militar estadunidense, por 400 millones de dólares, incluye cuatro sistemas de lanzacohetes múltiples y misiles de 155 mm, y permitirán mejorar la capacidad ucrania para destruir depósitos de armas y cadenas de suministros rusos.
Washington ya ha aportado 6 mil 900 millones de dólares en asistencia militar a Kiev.
El presidente ucranio, Volodymir Zelensky, advirtió de riesgos de la inacción ante Rusia: “Los ojos de todos los movimientos y regímenes políticos agresivos en el mundo están puestos en lo que nos hace Rusia”, escribió en Instagram. “¿Podrá el mundo llevar ante la justicia a los verdaderos criminales de guerra?”.
El Ministerio de Defensa ruso afirmó que su ejército infligió importantes pérdidas a los ucranios en las regiones de Mikolaiv y Dnipro, y reivindicó los bombardeos en Járkov y Donietsk.
Matan a ancianos
En tanto, un nuevo reporte de la Organización de Naciones Unidas concluyó que las fuerzas ucranias también fueron culpables de la muerte de ancianos en un asilo en Stara Krasnyanka, a unos 580 kilómetros de Kiev. Días antes del ataque, soldados ucranios tomaron posiciones dentro del edificio y en la práctica lo convirtieron en objetivo.
El informe de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos no concluye que los soldados ucranios ni los combatientes separatistas cometieran un crimen de guerra, pero señaló que la batalla es un ejemplo paradigmático de las preocupaciones por el posible uso de “escudos humanos” para evitar operaciones militares en algunos lugares
Dos semanas después de que Rusia invadió Ucrania, rebeldes con apoyo del Kremlin asaltaron el asilo en Lugansk. Decenas de ancianos, muchos de ellos discapacitados y postrados, quedaron atrapados dentro sin agua ni electricidad. Un ataque el 11 de marzo pasado provocó un incendio que se extendió por el lugar y asfixió a las personas que no podían moverse.
Algunos pacientes y empleados lograron escapar. Las autoridades ucranias acusaron a los rusos de matar a más de 50 civiles vulnerables.
Las autoridades de la provincia rusa de Kursk, limítrofe con Ucrania, extendieron nuevamente el nivel intermedio de alerta antiterrorista, esta vez hasta el 23 de julio.
“La situación en la frontera sigue siendo tensa. Hemos decidido, junto con los jefes de los cuerpos de seguridad, prolongar la alerta amarilla por amenaza terrorista por otras dos semanas, hasta el 23 de julio”, publicó el gobernador de la región, Román Starovoit, en su canal de Telegram.
El gobernador pidió a los ciudadanos que sigan vigilantes e informen a la policía de personas sospechosas y objetos abandonados.