Ciudad de México. Coraje fue su último trabajo y no fue un simple proyecto. La película, que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara hace un mes, además de ser una catarsis familiar creativa, es una historia basada en ella que se convirtió en una forma honesta de decir a sus hijos Simón Guevara y Rubén Rojo Aura lo mucho que los quería y respetaba. Lo hizo por medio de las líneas del guion, de sus escenas y secuencias… le dieron el premio como mejor actriz.
Marta Aura presentó en ese encuentro el que fue su último trabajo formal hace un mes. En él, narra el conflicto de una artista que se está quedando ciega y cuyo mayor temor es salir de la compañía teatral a la que pertenece, porque en un momento de su vida, tomó la decisión de preferir una vida de actriz y no de madre. Esto en verdad ocurrió a Marta Aura, una de las más extraordinarias actrices de México, cuyo corazón dejó de latir, como se dio a conocer ayer por medio muchas instituciones de arte y cultura de este país, que lamentaron la partida a una histrionisa con seis décadas de labor creativa.
Por ello, el verdadero reconocimiento para ella es dejar una vida en el escenario, en el set, en la televisión, sitios donde será difícil que su aroma deje de olerse.
Historia familiar cinematográfica
Marta se despidió como las grandes: trabajando, como siempre estaba, a la expectativa de que las musas del arte la cobijaran ensus procesos. Con esa historia familiar cinematográfica basada en parte de su vida, en la que los personajes protagonistas son ella y su hijo Simón Guevara, quienes fueron dirigidos por otro hijo, Rubén Rojo Aura.
Marta se fue a los 80 años, dejando una vida en el mundo histriónico, tan empatado a veces con la realidad. “Todo artista habla de sí mismo porque la proyección sale de su alma, pero Rubén se fue más lejos porque cuenta la historia completa: entrañable, al tiempo que dolorosa; pero esa es la labor del verdadero arte, tocarte tú mismo para poder tocar a otro”, compartió en una entrevista con La Jornada por Zoom hace un mes.
Por aquella ocasión, debido al tema de la historia, la artista, una especialista en los montajes teatrales de monólogos, compartió con este medio sobre algunos de sus soliloquios, pero los que tuvo con ella misma, esos duros sin público, como el de un día no poder tener las herramientas de trabajo de una acriz, como son la vista, la memoria, su cuerpo.
Confesó: “Comencé a pasar por una depresión fuerte al estar perdiendo la vista. Tenía miedo de no poder trabajar. ¿Qué sentido va a tener mi vida si ya no podía estar en los escenarios? A mí me gusta partir desde adentro. Cuando empecé a perder la visión me dije: ‘Ya no podré ser actriz. ¿Qué voy a hacer?, ¿de qué voy a vivir? No me veo en la casita como mamá o abuelita tejiendo’. Para mí, es importante que mientras viva esté en un escenario o en una película, en algún monólogo o en una obra. Me siento afortunada de que, ahora con un problema en los ojos, pueda seguir actuando. He podido hacer obras, sigo con buena memoria y para leer me hacen (las letras) grandes. Memorizar me sigue salvando hasta ahora”.
Marta aceptaba que las cosas tan fuertes que le dice a su hijo en la cinta “son tremendas, pero fueron reales, y no se las dije con amor, sino con rabia. Entonces, retomarlas, repensarlas y sacarlas fue muy bueno para los dos”, mencionó en aquella entrevista.
Fotograma de la cinta Coraje del realizador Rubén Rojo. Foto cortesía de la Secretaría de Cultura federal.
Marta Aura Palacios forjó una reconocida trayectoria de más de sesenta años en el teatro, el cine y la televisión. Hoy, la Secretaría de Cultura del gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) lamentaron el deceso de la quien desde 2012 formaba parte de la Compañía Nacional de Teatro.
Ambas instituciones emitieron parte de su trayectoria: Desde 2012 entró a formar parte del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro y en 2019 es reconocida como actriz de número. Participó en las puestas en escena: El círculo de cal, Ilusiones, Códice Ténoch, A Soldier in Every Son, Los grandes muertos, Éramos tres hermanas (variaciones sobre Chéjov), Homéridas, Este paisaje de Elenas, Numancia, Proyecto Leñero, La panadería, El padre y Memoria.
Su más reciente participación como integrante del elenco estable de la CNT del Inbal fue en la producción Stravinsky 50, a cargo del Ensamble del Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea y la Compañía Nacional de Teatro, para conmemorar el 50 aniversario luctuoso de Igor Stravinsky, dentro de la programación virtual del 49 Festival Internacional Cervantino.
Egresada de la Escuela Nacional de Arte Teatral, Marta inició su carrera en 1959 en el Teatro La Capilla. Exploró diversos géneros y encontró en el monólogo una plataforma que la llevó a presentar con éxito largas temporadas de, por mencionar algunas, La Mujer rota (obra que presentó durante 12 años) y Mujer on the border, que llevó a los escenarios con éxito, tanto en México como en Estados Unidos y España, y que hablaba de la soledad que enfrentan las mujeres mexicanas cuando sus compañeros e hijos van a trabajar a la Unión Amerciana. “Lo que nos interesó de Mujer on the border es que se trata de una zacatecana que no tiene gran preparación. Es el tipo de persona que aprende a ser valiente, como hay muchas mexicanas, ésas que se enfrentan a situaciones díficiles, como, por ejemplo, Rosario Ibarra de Piedra. Si hay una o dos personas en el público que se identifiquen con el personaje, que se emocionen, me siento satisfecha”, comentó a La Jornada hace tres lustros cuando lo montó.
Teatro social
Aura se encaminó en un necesario teatro social. Decía: “no se trata de dar un discurso, sino de hacer una obra que haga reflexionar; lo que me interesa es tocarle el corazón a la gente, así como su raciocinio. En teatro no tienes la misma respuesta que en televisión, por la que te ven millones de personas; en un foro puede haber 50, pero con uno que toque, soy feliz. Uno como actor percibe la energía en el teatro, lo que no sucede tampoco en cine; se trata de una comunión que depende del estado de ánimo del ejecutante y del público”.
En cine trabajó con directores como Alfonso Arau, Jorge Fons, Arturo Ripstein, Felipe Cazals y Alfonso Cuarón. Este año, recibió el Premio Mezcal a la Mejor Actriz a un Largometraje Mexicano por la mencionada Coraje (ópera prima de su hijo Rubén Rojo Aura). En televisión debutó en la telenovela Acompáñame, en 1978. Le siguieron telenovelas como Quinceañera, Amor en silencio, Baila conmigo, La sombra del otro, Pueblo chico infierno grande, Una luz en el camino y Secretos del alma, entre otras.
Marta Aura deja un legado de aproximadamente 80 puestas en escena, 60 películas y 30 telenovelas y series.
“Me preguntan que por qué no hago comedia, por qué me voy a lo intenso –afirma–. Para divertir hay infinidad de cosas; basta con encender la televisión a cualquier hora. Me preocupa lo que pasa en mi país. Una manera de devolverle un granito de arena es poniendo mi capacidad como actriz y mi compromiso en un trabajo serio. Quiero que las personas salgan pensando, porque la respuesta de los artistas no es nada, la respuesta de por qué se van nuestros compatriotas la tiene el gobierno.”
La secretaria de Cultura del gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero, reconoció que Marta Aura fue una incansable promotora de la cultura. “Nos deja como legado su larga carrera de actriz y un profundo sentimiento de tristeza”. A su vez, la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, afirmó que Marta Aura deja tras de sí un gran reconocimiento por su entrega al teatro, al cine y la televisión. “No dejó de trabajar nunca en lo que era su pasión: la escena”. Asimismo, externó su solidaridad con su familia, sus colegas y comunidades artísticas.