Uno. Según los que saben, el gran Heráclito (540-470, aC) habría dicho que Homero (VIII-VII aC) merecía “…ser arrojado de las asambleas y apaleado, por querer el fin del mundo al desear el cese de la discordia, ya que no puede haber armonía sin lo agudo y lo grave, ni nada viviente sin lo masculino y lo femenino, que son los contrarios”.
Dos. Entre los pensadores de Mileto (antigua colonia griega de Asia Menor, hoy Turquía), la propuesta heracliteana no cayó muy bien que digamos. Después de todo, la mayoría de ellos reverenciaban al autor de la Iliada y la Odisea, pilares de la literatura épica grecolatina y, por ende, de lo que genéricamente llamamos “cultura occidental”.
Tres. No obstante, con su doctrina (“fluir continuo de todo”, “nadie se baña dos veces en el mismo río”, “ser y pensar es uno y lo mismo”, etcétera), Heráclito aportó lo suyo a la revolución de las ideas, y poco importa si Platón lo calificó de “oscuro”.
Cuatro. Pegando un salto en el tiempo (y sin perder la cabeza), revisemos los datos analizados por el investigador brasileño Andrés Ferrari Haines, empezando por el presupuesto militar de Estados Unidos: 778 mil millones de dólares (mmd) en 2022, que en 2023 será de 813 mmd. Gasto que representa 40 por ciento del presupuesto militar mundial, y superior al que gastan, en conjunto, 11 países que siguen la lista. Y equivalente al triple de los 350 mmd que el Senado negó para gastos sociales, por considerarlos “excesivos”. A pesar de ello, un miembro del todopoderoso Atlantic Council, Matthew Kroenig (asesor del Congreso en asuntos estratégicos), recomendó “duplicar los gastos de defensa”.
Cinco. Ferrari Haines apunta otro dato estremecedor: entre 1965 y 1973, Estados Unidos gastó 300 mil dólares por cada enemigo asesinado en Vietnam, mientras asignaba 88 dólares por persona a los programas de alivio de la pobreza.
Seis. De 1975 a 2018, la participación de los ingresos de 90 por ciento de los estadunidenses cayó de 67 a 50 por ciento, mientras que la de mayores ingresos ( one percent), aumentó de 9 a 22 por ciento. ¿Defensa contra qué? Bueno, lo sabido: contra China y Rusia. En días pasados, por ejemplo, Bill Nelson, director de la NASA, declaró al diario alemán Bild que China quiere “apoderarse de la Luna”, puesto que su programa espacial es de carácter militar, robando ideas y tecnología de otros” (sic, Bild, 3/7/22).
Siete. ¿Con que “lógica”, con qué “filosofía” ponderar tales números? El investigador brasileño calculó que desde su declaración de independencia (1776), Estados Unidos sólo vivió 17 años en paz.
Ocho. En días pasados, en Kiev, un grupo ucranio de teatro adaptó la novela 1984, de George Orwell. “Es tan relevante que simplemente no te la puedes perder”, dijo uno de los actores. “Este espectáculo habla por sí mismo muy claramente y los espectadores estarán aún más convencidos de que existe el bien y el mal, o el mal absoluto. […] La obra es increíblemente relevante no sólo para los ucranios, sino también para Europa”, añadió una actriz.
Nueve. Puede ser… Sin embargo, las agencias occidentales que informaron del evento (ni los actores), dijeron una palabra acerca de la “rusofobia” imperante en la televisión ucrania, con locutores, médicos y científicos que exaltan la doctrina de la solución final nazi para aplicarla a los “no humanos”, llamando a matar niños rusos y castrar a los soldados de Rusia porque son “cucarachas y no humanos”, y de cancelar todo lo que tenga que ver con la cultura rusa… (Renán Vega Cantor, Rebelión, 9/6/22).
Diez. En ese sentido, tampoco a la Unesco y “librepensadores” parecen preocuparles la “limpieza étnica” bibliográfica puesta en marcha en Ucrania. Sin eufemismos, la directora del Instituto Ucranio del Libro, Aleksandra Koval, anunció que “[…] siguiendo al Ministerio de Cultura, dio orden de limpiar de las bibliotecas todos los libros rusos que allí se encuentren. O sea, cerca de 100 millones de libros (ídem).
Once. “La guerra –observó Heráclito – es la madre y señora de todas las cosas, la reina de todo: hace representar a los unos el papel de dioses, a los otros el papel de hombres; vuelve esclavos a unos, a los otros libres. La guerra es universal, la justicia es una lucha y todo toma su vida de la discordia y la necesidad”.
Doce. Un pensamiento poco estimulante para los amantes de la paz, esa gran convidada de piedra de la “historia universal”. Sin embargo, y fuera de buenas intenciones, deseos y desgarre de vestiduras, los 25 siglos transcurridos desde entonces parecen darle la razón a quien, a modo de consuelo, decía que “el sol es nuevo cada día”.