El boom en la producción de frutos rojos en el país ha dejado suelo erosionado o degradado por el uso de agroquímicos, ha desplazado zonas forestales, con los plásticos de los macrotúneles se evita la recarga de acuíferos y tan sólo en Michoacán se utilizan entre 6 y 7 millones de litros de agua por hectárea en cada temporada, indica el estudio Berries: frutos rojos, puntos rojos, de Enrique Espinosa Gasca, editado por el Colectivo por la autonomía y Grain.
Explica que se ha elevado el uso de agroplásticos en los macrotúneles que protegen a las plantas de los rayos solares y de las lluvias, con una vida útil de uno a cinco años, por lo que al año en Michoacán se generan 70 mil toneladas de estos desechos, así como de los acolchados que restringen la aparición de plantas que compiten por los nutrientes con los berries.
Sólo en esa entidad se ha perdido un millón de hectáreas de cubierta forestal, en parcelas de maíz se producen frutos rojos, lo que llevó a que se dejaran de producir variedades criollas del grano, se perdió fauna local, hongos y bacterias en suelos.
Agrega que una práctica común en el cultivo de berries es el uso de agroquímicos como el bromuro de metilo, que es una sustancia prohibida en el Protocolo de Montreal por dañar la capa de ozono.
En 2019 Michoacán destinaba 28 mil hectáreas a estos cultivos, en Jalisco eran 8 mil, Baja California 3 mil 600 y Guanajuato 2 mil; en cuanto a la producción, la principal es la fresa, con 35 por ciento; la zarzamora, con 32; frambuesa, 16.5, y arándano, con 16.5 por ciento.
Detalla que para la producción de frutos rojos, los protocolos de inocuidad alimentaria exigen agua limpia, y ésta no está disponible en las aguas superficiales, ya sea por la contaminación de los centros de población por heces fecales y por metales pesados, por lo cual la única opción es la perforación legal o ilegal de pozos profundos.
Agrega que la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Cambio Climático en Michoacán reconoció que a marzo de 2019, desde el 2000, la entidad perdió un millón de hectáreas de cubierta forestal, unas por tala clandestina y otras por incendios forestales provocados para cambiar el uso del suelo.