El 20 de junio el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, habló a la Unión Africana (UA) en una reunión casi secreta. “No estábamos entusiasmados por patrocinar el encuentro”, me dijo en privado un alto funcionario de la UA. Los 55 jefes de Estado y de gobierno de los países miembros de la unión fueron invitados escuchar el mensaje en video de Zelensky. Sólo dos participaron, desde sus oficinas: Denis Sassou Nguesso (República de Congo) y Alassane Outtara (Costa de Marfil). Se unieron altos funcionarios de la UA y el presidente del Consejo Libio, Mohammed el Menfi, pero Zelensky habló para un grupo de Zoom vacío.
El ucranio dijo que “África ha sido, de hecho, tomada como rehén”. ¿De quién es rehén África? Zelensky obviamente sugería que el culpable es Rusia, pero no es así exactamente como la UA ve la situación, ni como la ve la mayor parte de los países del continente.
A principios de junio, el presidente de la UA, Macky Sall, de Senegal, y el presidente de la Comisión Africana, Moussa Faki Mahamat, de Chad, fueron a la ciudad rusa de Sochi donde se encontraron con el presidente ruso, Vladimir Putin. Sall y Faki dijeron que las sanciones que Occidente impuso a Moscú crearon un problema para África. Después de la reunión con Zelensky, tanto Sall como Faki hicieron un “llamado urgente a un diálogo para poner fin al conflicto”, a encontrar una “resolución pacífica” y a reanudar “la libertad de comercio”.
Ni Sall ni Faki siguieron la narrativa occidental sobre el conflicto en Ucrania, sino que llamaron al diálogo, a frenar la guerra y a reanudar los embarques de granos y fertilizantes de Rusia a Ucrania.
La guerra de la OTAN. En marzo, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, se dirigió al parlamento de su país para explicar la postura de su gobierno ante el conflicto. “La guerra pudo haberse evitado –indicó Ramaphosa– si la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hubiera prestado atención a las advertencias que durante años hicieron sus propios líderes y funcionarios de que una expansión hacia el Este llevaría a una mayor, no menor, inestabilidad en la región.”
Ramaphosa, quien no es un estridente antioccidental, no estuvo dispuesto a aceptar la visión de los gobiernos de la OTAN de que toda la responsabilidad sobre el conflicto recae en Rusia o sobre Putin. El mandatario ve la raíz del conflicto en el intento occidental de dominar el Este de Europa, que es lo que muchos expertos en política exterior de Wahington señalaron durante años, pero cuyas advertencias ahora han sido silenciadas.
En la insigne publicación académica africana, Codesria Bulletin, el profesor Yusuf Bangura, de Sierra Leona, ofreció una narrativa ampliamente proccidental del conflicto en Ucrania; sin embargo, se sintió obligado a destacar que “la insistencia de Occidente de mantener la política de puertas abiertas de la OTAN, que consiste en aceptar a cualquier país que busque unirse a la alianza es tonta. Putin debe retirarse de Ucrania, y Ucrania no debe ser admitida en la OTAN”.
“Hay quienes insisten en que debemos adoptar la postura de adversarios de Rusia”, indicó Ramaphosa. Sin embargo, Sudáfrica permanece amistosa con Rusia e insiste en que debe haber diálogo. Ramaphosa incluso dijo a su parlamento que Sudáfrica estaría feliz de mediar entre Rusia y Ucrania.
El espíritu de negociación está ausente entre los gobiernos de la OTAN que están ansiosos, como dijo el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, por “debilitar a Rusia”.
En la mayor parte de los estados africanos el entendimiento general es que ni Rusia ni China pueden ser debilitados sin que la consecuencia sea la creación de un catastrófico ambiente global. Si la gente está preocupada por la inflación, se verá un impacto mucho mayor si Estados Unidos escala el conflicto con ataques de misil dentro del territorio ruso.
Los estados africanos han dejado claro que no se les debe obligar a tomar partido, pues este no es su conflicto. En la votación que se hizo en abril que llevó a la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la mayoría de las naciones africanas se abstuvieron y sólo ocho votaron en favor de suspender a Moscú: Costa de Marfil, Chad, República Democrática de Congo, Malawi, Mauricio, Libia, Seychelles y Sierra Leona. La mayoría de estos países no fueron a escuchar a Zelensky en junio.
Mientras, algo interesante se ha estado observando en varios países de la región africana del Sahel, donde los ánimos se han vuelto contra la intervención militar francesa de 2013 en Burkina Faso y Malí. Protestas masivas resultaron en la expulsión del ejército francés de Malí. En estas protestas, la gente llevaba banderas rusas para celebrar que mercenarios de la organización rusa Grupo Wagner entraron a sus países.
La actitud podrá no ser enteramente prorrusa en el continente, pero ciertamente está contra la añeja mentalidad colonial en que se espera que los estados africanos sigan de cerca los pasos de Occidente.
* Director del tricontinental Instituto para la Investigación Socialthe y corresponsal jefe de la publicación Globetrotter. Su último libro –en colaboración con Noam Chomsky– es: La reitrada: Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del poder de Estados Unidos (The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of US Power. New York: The New Press).
Traducción: Gabriela Fonseca