Cuando publicó su decreto (4 de enero de 1996) “por el que se establecen horarios estacionales en los Estados Unidos Mexicanos”, el entonces inquilino de Los Pinos, Ernesto Zedillo, aseguró que el de verano “propiciará una importante disminución en la demanda de energía eléctrica, así como una reducción en el consumo de los combustibles utilizados para su generación, lo cual, a su vez, contribuirá a disminuir la emisión de contaminantes”, al tiempo que permitiría “abatir los costos de producción y proteger el ingreso familiar; un menor consumo de energía eléctrica coadyuvará a lograr tales objetivos”.
Veintiséis años después, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, resumió el exitosísimo resultado de la “ocurrencia” de Zedillo: con información de 2021, el consumo nacional y el ahorro por el horario de verano solamente fue de 537 gigawatts por hora, que equivalen a 0.16 por ciento del consumo nacional, y un ahorro económico de mil 138 millones de pesos, que representan 0.2 por ciento del consumo nacional de electricidad.
Además, detalló Nahle, “también se mide la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO₂). En 2020, equivalen solamente a un ahorro de 0.06 por ciento de las emisiones totales de CO₂ en el país; y en 2019 fue 0.07 por ciento. Entonces, estos son los datos; estas mediciones se hacen regularmente y no hay un impacto por el que no podamos eliminar el horario de verano”. Por si fuera poco, “sobre el rechazo popular, la Secretaría de Gobernación hizo una encuesta, y existe 71 por ciento de rechazo al horario de verano y que solamente cuenta con 29 por ciento de aceptación. Esta encuesta se realizó en este año, el mes pasado”.
Por otro lado, ¿qué efectos negativos ha tenido la alteración horaria? El secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, dio detalles: “Los humanos tenemos relojes biológicos que se encargan de regular las funciones de diferentes proteínas y órganos desde la vida fetal. El cambio de hora altera el tiempo de exposición al sol y desequilibra nuestro reloj biológico. Varias sociedades internacionales del sueño aconsejan un horario sin cambios y recomiendan mantener el de invierno de forma permanente, en especial para niños y personas de edad avanzada, pues el horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que del verano, mejora el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir a enfermedades del corazón, obesidad, insomnio y depresión”.
Los adultos, subrayó Alcocer, “necesitamos de tres a siete días para adaptarnos al cambio de hora y la población infantil requiere más tiempo. La falta de sincronización con el medio ambiente altera nuestro orden temporal interno y causa problemas físicos y mentales. En el sistema nervioso se puede presentar somnolencia, irritabilidad, dificultad en la atención, la concentración y la memoria. Aumenta la secreción de jugo gástrico, lo que trae en consecuencia que el apetitito disminuya en el día y aumente en la noche”.
Pero no queda ahí el asunto: “En lo sicoemocional, además de depresión, las ideas suicidas aumentan en algunas épocas del año y en algunos horarios y latitudes más que en otros. “Hay mayor riesgo en quienes requieren de concentración para realizar funciones al iniciar el día, como son pilotos, escolares, maestros, empleados y ciertos trabajadores. Incluyen, entre otros, fatiga, disminución en el rendimiento escolar y laboral, menor productividad en general y mayor uso de estimulantes. No hay que olvidar que el posible efecto puede ser mayor con los cambios de salud provocados por la pandemia debido al SARS-CoV-2. La elección del horario de verano es política y, por tanto, se puede cambiar”.
Así es: más de cinco lustros alterando el reloj biológico de los mexicanos para que al final de cuentas los únicos satisfechos con la “ocurrencia” de Zedillo sean aquellos que tienen multimillonarios negocios con Estados Unidos (especialmente especuladores bursátiles y bancarios) a quienes les “empataron” los husos horarios con las necesidades de sus business.
Por eso, el presidente López Obrador firmó una iniciativa de reforma para eliminar el horario de verano. Ahora, la pelota está en la cancha del Legislativo.
Las rebanadas del pastel
Alito debe tener muy sucia el alma para tener un baño de proporciones kilométricas. Pero ni con todo el jabón logrará limpiar su fétida imagen.