Con la actual crisis alimentaria subirá la cantidad de personas con hambre y “habrá mucho sufrimiento”. Se trata de una situación compleja que deja un efecto devastador y en la que convergen la pandemia, el conflicto en Europa del Este, el aumento en los precios de los alimentos y el cambio climático. Esto ocurre cuando ya se tiene “la cifra espantosa” de 267 millones de personas con inseguridad alimentaria moderada o grave en América Latina y el Caribe, y donde sólo en México una de cada cinco personas se encuentra en esa situación.
Esto sostiene Julio Berdegué, subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en entrevista con La Jornada.
Además, señala que el planeta vive una crisis alimentaria de la “que no se salva nadie”, todos los países la sufren en distinta medida, y hace un llamado a “preocuparnos mucho por la población en condición de hambre”, en la región “estamos francamente en una situación de muchísima vulnerabilidad”.
–¿Habrá desabasto de alimentos?
“Este año no vemos un desabasto de alimentos a nivel global. ¿Estamos seguros de que el año próximo no habrá un problema de desabasto? No, no lo estamos”. Considera que es “muy difícil el panorama. Quisiera decir que tenemos cuatro o cinco recomendaciones para resolverlo, pero nadie tiene las medidas” para eso.
En la región de América Latina y el Caribe hay “niños, personas mayores, muchos indígenas, poblaciones afrodescendientes, en las ciudades, en los barrios, que no consumen suficiente alimento para satisfacer sus necesidades mínimas de energía como organismos vivos. Millones de personas ya estaban mal y de pronto les dicen: ‘Ahora el arroz, la tortilla y el aceite te va a costar 10 o 12 por ciento más’. No tienen cómo acomodar esto en su economía familiar”.
Detalla que entre 2019 y 2020 se sumaron 60 millones de personas a las condiciones de inseguridad alimentaria moderada o grave en la región, y ahora son un total de 267 millones, mientras 60 millones de ellas están en condición de hambre.
La crisis alimentaria desestabiliza y hay grandes migraciones, “hemos advertido e informado a los gobiernos del norte de Centroamérica y de México que los niveles de inseguridad alimentaria en estos países es alto. En conjunto, entre Guatemala, Honduras y El Salvador, hay 7.6 millones de personas en inseguridad alimentaria crítica. Muchas de ellas hacen sus maletas y se van caminando. Haití vive en una situación gravísima de inseguridad alimentaria y nutrición; México ha tenido una política solidaria con ese país, ojalá la pueda reforzar”.
Existen muchos factores que coinciden y crean una crisis que no sólo es grave, sino que es muy compleja. “Son tres situaciones las que seguimos: la forma en que se mueven los grandes flujos de alimentos en el mundo –y será muy decisivo lo que pase en la guerra; si se prolonga, la situación se pondrá muy difícil para el próximo año–. Segundo, se requiere que los agricultores, sobre todo pequeños y campesinos, sigan produciendo, porque alimentan a muchos, pero enfrentan altos precios en semillas y fertilizantes, que además son escasos. Y tercero, aunque quizá en primer lugar: para la gente que de por sí está comiendo muy poco y mal, los aumentos de los precios serán un viacrucis”.
En relación con la intención del gobierno mexicano de alcanzar la soberanía alimentaria, menciona que puede elevar significativamente la producción sobre la base de tener buenas políticas públicas en materia de financiamiento, asistencia técnica, sanidad e infraestructura rural y recuerda que “México desmanteló su capacidad para producir fertilizantes, porque, en teoría, los iba a comprar en cualquier lugar, pero resulta que no es tan fácil”.
Agrega que es importante mantener el comercio mundial de alimentos, lo cual ayuda a la seguridad alimentaria, pero eso tiene que estar sujeto a reglas, acordadas entre todos, y ser un comercio justo.