El realizado ayer en Campeche es, en su vertiente política, también un cateo a la coalición opositora denominada Va por México (PRI, PAN y lo que queda del PRD). El objetivo del hipotético cateo bis sería, en extrapolación de lo buscado en aquella ciudad sureña por el fiscal del estado, saber de qué material está hecha tal coalición y cuáles son los cuadros (políticos, no de arte) que la engalan.
Ya se sabía, pero ahora queda confirmado: Alito es lo que en la jerga del periodismo policiaco suelen llamar “un pájaro de cuenta”, concepto este que el diccionario de la Real Academia Española define, hasta con amabilidad, como una “persona a quien por sus condiciones hay que tratar con cautela”.
El diccionario de español usado por Google, como servicio de Oxford Languages, es más descriptivo: “persona a quien conviene tratar con mucha cautela o desconfianza debido a su mala conducta” e ilustra con un ejemplo de cómo se usa: “está claro que tu tío es un pájaro de cuenta, sería capaz de estafar a su propia madre”.
Sin embargo, la gerencia general de Va por México, a cargo del empresario de la política, Claudio X. González, su subgerente regional, el panista Marko Cortés, y el director del fideicomiso de liquidación del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Zambrano, han tenido explicable, más no justificable, falta de cautela a la hora de sumar a sus esfuerzos de construcción de una candidatura presidencial a un pájaro de cuenta de tres colores.
Podría entenderse que en los propios receptores, Claudio, Marko y Chucho, con sus respectivos primeros círculos, no habría condiciones reales para repeler a un congénere. ¿Quién arrojaría la primera piedra contra el flamígero aliado, el tribuno sin miedo del dictador, en ciernes o ya consolidado, que dicen que es López Obrador? ¿Enriquecimiento ilícito, transas, corrupción galopante de Alito? Bueno, pero se “necesita” al PRI, dijeron los constructores del edificio de futurismo electoral al que ahora le están sacando sus trapotes al sol por la vía del ex gobernador campechano.
El punto en contra, para la coalición Va por México, es que en esta seca batalla política-electoral, en la que se están aprovechando judicialmente los flancos débiles del adversario (la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, entrega semanalmente una audiograbación incriminatoria de Alito, a sabiendas de que es ilegal tal difusión institucional de una filtración), el historial, el armado y los elementos constitutivos de quien todavía es presidente nacional del PRI son transferidos en automático a la mencionada coalición que con estas prendas escandalosas de la corrupción del pasado pretende convocar a construir un futuro distinto.
Por otra parte, resulta caricatural la desesperada recurrencia de Alito al expediente del perseguido político. En un país donde ha habido persecución y represión en serio, Moreno Cárdenas suena tragicómico a la hora de pretender instalarse ropajes de luchador social castigado por sus ideas y no por su corrupción.
Válido de tal coartada, Alito anunció que viajará por el extranjero (lo cual es una forma de colocarse a distancia de las muy cantadas acciones judiciales en su contra), para denunciar ante los principales órganos internacionales las presuntas injusticias cometidas en su contra. Pues allá que se lo crean los anfitriones extranjeros.
Y, mientras el padre Alejandro Solalinde señala (https://bit.ly/3OHQcYx) que en la actual crisis de violencia hay responsabilidad de la jerarquía católica que mantuvo relaciones de complicidad y se benefició de la corrupción con gobiernos priístas y panistas, un alto clero que era “más peñista que Peña Nieto” y “un hampón” enviado durante el salinismo como delegado apostólico, Girolamo Prigione, ya difunto. Solalinde también reconoce el déficit del gobierno obradorista en materia de combate a la delincuencia, aunque considera que el enfoque es cristiano, de redención. ¡Hasta mañana!
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