Muy activo anda el Borolas critique y critique la construcción, primero, e inauguración, el viernes pasado, de la Refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco. Duro que te dale contra esa grandiosa obra de infraestructura tan necesaria para reforzar nuestra soberanía energética. Con brutal cinismo, a Calderón se le llena la boca, y avienta ajos y cebolla, pero es la fecha que no da una explicación sobre el porqué nunca concretó lo que él mismo calificó en su momento como “la obra más importante de mi gobierno”: la fantasmal Refinería Bicentenario.
En la mañanera de ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador comentó de pasadita lo que fue el denominado “proceso de selección” del estado de la República en el que la tan cacareada refinería de saliva se construiría y todos aplaudieron como focas. Borolas puso a pelear a varios gobernadores priístas y panistas, para que al final de cuentas se pronunciara a favor de Hidalgo, en ese entonces presidido por Miguel Ángel Osorio Chong, quien a los habitantes de esa entidad endeudó con mil 500 millones de pesos, destinados –supuestamente– a la compra de los terrenos en los que se construiría lo que nunca se edificó. Es la fecha, pues, pero Calderón y sus secuaces no pierden oportunidad para arremeter contra la Refinería Olmeca. De hecho, desde el anuncio presidencial de que se construiría en Dos Bocas, Tabasco, y fijó plazos de edificación y fecha de inauguración (el 22 de julio de 2022), el tal Borolas aseguró que se trataba de la “crónica de un desastre anunciado”, es decir, inconscientemente se refirió a su propio fracaso con la Bicentenario, cuya construcción pomposamente anunció en no menos de cinco ocasiones, en cada caso como si fuera novedad, y no colocó ni un tornillo.
El primer anuncio –el original, por decirlo así– lo hizo el 18 de marzo de 2008, paradójicamente en Paraíso, Tabasco: “he girado instrucciones a la secretaria de Energía (Georgina Kessel) y al director general de Pemex (Jesús Reyes Heroles González) para que, sin dilación, inicien los estudios y analicen la factibilidad técnica, financiera y logística que nos permita construir una nueva refinería en el territorio nacional. Esta es una buena manera de celebrar el 70 aniversario de la expropiación petrolera”. Cuatro años después, de la Bicentenario el gobierno calderonista no había puesto un tornillo. Sólo medio construyó la barda perimetral, con un costo verdaderamente escalofriante (620 millones de dólares), mientras daba largas y más largas para el inicio de la obra. Reyes Heroles González dejó la dirección de Petróleos Mexicanos y en su relevo llegó Juan José Suárez Coppel (el mismo que inicio el fracasado “rescate” –léase negocio- de los astilleros españoles) quien aseguró que dicha refinería “es un compromiso de Felipe Calderón, no un proyecto político”.
Paralelamente, aseguró que “a más tardar en abril de 2011 comenzará la obra” y estimó que “hacia mediados de 2013 habrán concluido los trabajos de preparación del sitio y entonces empezará la licitación de los paquetes de obra, a fin de que 42 o 45 meses después comience a operar la refinería, que a precios actuales tendrá un costo de 11 mil 600 millones de dólares. Los planes de Pemex plantean un periodo de siete años (inicio: agosto 2009, término: septiembre 2016). En los hechos, ni un tornillo, amén de que la Bicentenario permanecía en el éter. Para el 72 aniversario de la expropiación petrolera (18 de marzo de 2010), Calderón aseguraba que “todo está listo para iniciar la construcción de la Refinería Bicentenario en Hidalgo”. Pero no sólo él mentía, porque el otro funcionario que recibió instrucciones –versión oficial– fue la secretaria de Energía, Georgina Kessel (hoy al servicio de Iberdrola), quien en su momento juró que “no hay retrasos ni está en duda la construcción de la Bicentenario; sólo algunos ajustes en las fechas; la fase de ingeniería finalizará en el primer semestre de 2011 y la construcción se licitará en el primer semestre de 2012, para estar en posición de iniciar la operación en 2015”.
Concluyó el sexenio calderonista y “el compromiso” (Suárez Coppel dixit) lo retomó Enrique Peña Nieto, quien durante su campaña electoral también “se comprometió, ante notario público”, a construir la Bicentenario, sólo para que en octubre de 2014 el entonces secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, cancelara tal posibilidad.
Las rebanadas del pastel
Eso y mucho más, pero el cara dura de Calderón despotrica contra lo que él no pudo hacer.