La principal preocupación de las editoriales es la piratería de libros digitales, este es el hilo conductor de los amparos promovidos por esas productoras culturales contra el depósito legal, señaló el director de la Biblioteca de México, José Mariano Leyva Pérez-Gay, a propósito de la nueva resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
“La gente está mudando poco a poco a lo digital, dependiendo de sus recursos y el acceso a Internet. La ley llega en este momento donde también se empieza a editar digitalmente. De allí nace la inquietud sobre si un libro virtual podría salirse de control con piratería y llegar a todos lados”, detalló el funcionario en entrevista con La Jornada.
Agregó que el problema grave con esta última resolución de la Corte “es que con las nuevas regulaciones se aplicarían parejo tanto para el material físico, como el electrónico. El digital corre más peligro de ser clonado, los físicos no. De acuerdo con las modificaciones a la Ley Federal de Derechos de Autor y la Ley General de Bibliotecas, los libros no podrían ser consultados sin un permiso escrito de los autores.
“Este fallo de la SCJN fue emitido en respuesta a dos amparos, no es un asunto definitivo, aún le falta mucho a este proceso legal para llegar a una conclusión, hay que esperar a que se procesen los aproximadamente 50 amparos que faltan.
“El depósito legal es una figura que existe desde el siglo XVII, donde todas las editoriales que publiquen en el país deben entregar seis ejemplares, dos a cada biblioteca depositaria: la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Congreso y la Biblioteca de México. Antes se apelaba a la buena voluntad, ahora hay una penalización si no se dan.
“Cuando vi por primera vez esto, me gustó muchísimo. Es decir que, después de casi seis meses que dura el registro y producción, puedes consultar, prácticamente, cualquier libro que se publicó en México.
“Ahora bien, solicitar un permiso para poner libros a disposición de los usuarios en una biblioteca pública sí nos pone en un aprieto. ¿Qué sucedería? El depósito legal tiene dos voluntades: la primera es preservar la memoria histórica a través de materiales escritos y, ahora también, digitales, eso lo hacen en casi todos los países. Y la segunda, es dar acceso a mayor número de personas a la información que se va generando.
Museos de publicaciones
“Si sólo pensamos en la memoria, no es de mucha utilidad si no hay una democratización del conocimiento, del saber, de la literatura y de todo lo que viene. El depósito legal se limitaría a sólo recibir libros, sin poder consultarlos, sería una ley que se quedaría coja. Una biblioteca que tiene libros sin mostrarlos se convierte en museo.
“Hay gente que no puede comprarlos, por ello las bibliotecas públicas son un sitio que no cuesta ni un centavo, dónde se pueden revisar los libros que quieran y que tengamos, entre más sean, mucho mejor.”
Como ejemplo, el director señaló que el título más consultado de la Biblioteca Vasconcelos es Álgebra de Baldor, una obra “muy cara. Si no se tuviera en la biblioteca, un estudiante no podría cursar las materias de preparatoria o universidad con éxito, porque no tendría el material suficiente.
“Hago mucho hincapié en los libros físicos, porque desde hace 30 años se dice que van a desaparecer y siguen, se venden y compran; es el medio más usado para leer. Esta determinación tendría que haber sido enfocada exclusivamente a los libros digitales.
“Hemos tenido muchas reuniones con la Biblioteca Nacional de México, la Biblioteca del Congreso, con el nuevo director de la Dirección General de Bibliotecas, Rodrigo Borja; con la Cámara Nacional de la Industria Mexicana, la Liga de Editoriales Independientes, entre otros, de allí pudimos recoger que hay una inquietud con el asunto de los materiales digitales.
“La propuesta que consideramos fue dar acceso abierto a los libros físicos y almacenar los electrónicos hasta encontrar una vía para evitar la piratería. No se puede garantizar que ningún sistema de protección cibernética sea completamente infalible. El modelo que estamos pensando es crear una sala del depósito legal, donde se pueda revisar los ejemplares digitales en tablets (sin acceso a Internet).
“Realmente, los piratas no van a la biblioteca a robar un libro, lo consiguen en librerías y lo clonan para venderlo; aquí no hay mucha discusión. Otro argumento de la nueva ley, es que se perjudicaba a las editoriales independientes; sin embargo, ellas son las que más entregan el depósito legal, tienen una mayor intención en difundir sus obras.
“El mercado tiene sus reglas; competir contra las grandes editoriales es muy complicado. La biblioteca se puede volver un terreno mucho más neutro, se organizan espacios para empezar a hablar de un libro y, si no tiene suficiente dinero, puede ir a consultarlo y, si le gusta, ahorrar y conseguirlo.
“Me agrada que este tema invite a hablar de las bibliotecas, estos espacios que siempre están ahí; esto ha servido para replantear su papel el día de hoy. La Biblioteca de México recibe hasta 3 mil 500 personas al día, van por libros, a conversar, a las actividades culturales, pero sobretodo a consultar libros”, concluyó el autor de Los imponderables.