Hace seis meses murieron 50 migrantes en un tráiler que se accidentó en Chiapas, hace una semana fallecieron 53 más asfixiados en otro tráiler, éste cerca de San Antonio, Texas. No son actos separados, forman parte del mismo proceso migratorio y del mismo sistema internacional de tráfico de personas.
Entre los dos casos, el de diciembre de 2021 y el de junio de 2022, hay una serie de sucesos similares, con la diferencia de que no en todos los casos hubo pérdidas humanas, pero forman parte del mismo modus operandi, en el que se realiza el tráfico masivo de migrantes entre México y Estados Unidos.
Un resumen somero de este tipo de eventos, pone en evidencia de que no es un asunto aislado, sino algo cotidiano que sucede a diario, de manera subrepticia y de lo cual podemos contar con evidencias. El día 10 de diciembre de 2021 murieron en Chiapas 50 migrantes en el accidente de un traíler, que iba a alta velocidad. Al día siguiente se formó una comisión internacional, con la participación de una decena de países, presidida por Marcelo Ebrad, el llamado GAI, Grupo de Acción Inmediata, para el combate al tráfico de migrantes. Como resultado, en República Dominicana se localizó a la banda de traficantes que había sido contratada y fue desmantelada. En México no se ha reportado ningún resultado, salvo el traslado de cadáveres a Guatemala.
El 16 de enero en Veracruz, en un puesto de control, se detectó a 359 migrantes hacinados en la caja de otro traíler. El 4 de febrero, la Guardia Nacional detuvo uno más, con 312 migrantes, en Córdova, Veracruz. El 7 de marzo se encontró un tráiler abandonado a la orilla de la carretera con 250 migrantes, una mujer embarazada murió asfixiada en el trayecto. El 12 de abril, en Río Verde, San Luis Potosí, en un retén se detectó un tráiler con 160 migrantes, unos 30 lograron escapar y los restantes fueron detenidos. Y así el 4 de mayo en Veracruz, el 15 de ese mes en el estado de México, el 17 de junio en Chiapas.
En este último, el tráiler estaba abandonado al lado de la carretera y viajaban 249 hombres, 55 mujeres y 62 menores de edad, de los cuales 25 viajaban solos.
El vehículo transportaba migrantes de países tan lejanos como Bangladesh, India, Nepal, Yemen, Uzbekistán y Sudáfrica. También había personas de Cuba, República Dominicana, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú, El Salvador y Venezuela. En total 16 nacionalidades.
Organizar un viaje para más de 300 personas requiere de mucha organización, de instalaciones para acomodar o trasladar a tantos seres humanos y para cobrar por el servicio. Se estima que en promedio se cobran entre 10 y 15 mil dólares por persona, lo que da un total aproximado de 3 millones de dólares por un tráiler de 300 personas.
Cobrar esas cantidades es un operativo complejo; unos pagan en efectivo, otros por transferencia, unos son enganchados y pagan con “trabajo esclavo” al llegar a su destino. En muchos casos son los familiares los que envían el dinero desde Estados Unidos.
Se trata de mafias, pero también de una organización empresarial para manejar tal volumen de personas y de dinero. Como se ha visto, utilizan diversas rutas por México y, luego del cruce subrepticio, continúa el traslado con el mismo modus operandi en Estados Unidos.
Este recuento somero, pone en evidencia que se trata de un asunto cotidiano, todos los días transitan por territorio mexicano y también por Estados Unidos, tráileres con cargamento humano, hacinados, hambrientos, sedientos y sofocados. En algunos casos han funcionado los retenes y operativos, en otros es la pura casualidad que se les encuentre, abandonados a la orilla de las carreteras o en rutas secundarias.
En el tráfico de migrantes, a diferencia de la trata, hay un descuido total con la mercancía, si pasa algo no pierden el dinero ya cobrado y si mueren, como en el caso de San Antonio, ni quien reclame. Sucede lo mismo con las pateras y lanchas llenas y hacinadas de migrantes en el Mediterráneo. Por eso no les interesa ofrecer condiciones mínimas de seguridad para las personas. A mayor número de personas en un tráiler o en una patera, mejor, más negocio. No es el caso de los tratantes, que por lo general cuidan y protegen a su mercancía porque luego les va a proporcionar beneficios y dividendos.
A diferencia del narcotráfico, en el tráfico de personas las posibilidades de infiltrar, conseguir información y hacer operativos exitosos son mucho más sencillas. Simplemente no se pueden tomar medidas sofisticadas de control y seguridad al trasladar a 300 personas de diferentes nacionalidades.
Hace décadas que se insiste en llevar controles y hacer operativos en los sistemas de transferencia que utilizan los traficantes y extorsionadores para cobrar. Tanto los migrantes, como los familiares pueden proporcionar información: nombres, fechas cantidades, compañías y números de las transferencias.
Es evidente que la lucha contra el tráfico de migrantes va a incrementar los precios y afectar a muchos migrantes y sus familias. Pero ya no se trata de coyotes o polleros, como en el siglo pasado, son mafias criminales que se aprovechan de las esperanzas e ilusiones de las personas migrantes y que todos los días ponen en riesgo sus vidas.