Moscú. El ejército ruso sigue avanzando en la región de Lugansk, donde concentra la mayor parte de sus fuerzas, y Ucrania consiguió recuperar la pequeña isla de las Serpientes, a 35 kilómetros de la costa ucrania en el mar Negro, ocupada por los rusos desde el 24 de febrero anterior, el mismo día que entraron en Ucrania.
La importancia de este pequeño pedazo de tierra a 140 kilómetros de los puertos de Odesa y Nikolayev reside en que desde ahí Rusia pretendía instalar sistemas de defensa antiaérea y de misiles de alcance medio que, una vez retiradas las minas en torno a los accesos a esos puertos, facilitarían la operación de desembarco ruso que hasta ahora, cuatro meses después, no ha podido llevarse a cabo.
El ejército ucranio dio a conocer que, durante varios días, atacó con misiles y artillería la isla de las Serpientes, lo que motivó que los sobrevivientes del cuartel ruso emplazado ahí abandonaran la pasada madrugada el territorio insular de manera precipitada en dos lanchas rápidas de la clase Raptor que acudieron en su ayuda.
El Ministerio de Defensa ruso informó ayer que el retiro de sus fuerzas en dicha isla es “un gesto de buena voluntad”, misma explicación que dio cuando sus tropas se replegaron de las regiones de Kiev, Chernigov y Sumy, en el norte del país invadido.
“Con ello mostramos a la comunidad internacional que la Federación Rusa no entorpece los esfuerzos de la ONU (Organización de Naciones Unidas) por organizar un corredor humanitario para la salida por mar de la producción agropecuaria del territorio ucranio”, indica su comunicado.
“Esta decisión no permitirá a Kiev seguir especulando con el tema de una inminente crisis alimentaria, argumentando que no puede sacar sus cereales por el bloqueo de Rusia en la zona noroccidental del mar Negro”, agrega.
Por simple coincidencia, ayer mismo salió del puerto de Berdiansk, en la región de Zaporiyia en parte bajo control ruso, el primer buque mercante con cereal ucranio con destino a “países amistosos” no identificados, dando un nuevo argumento a la parte ucrania que se queja del “saqueo ruso”, que según Kiev alcanza ya “cerca de 400 mil toneladas de granos”, acusación que Rusia rechaza.
Nueva controversia
Sigue sin resolverse la controversia de Rusia con Lituania, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por el cierre parcial del tráfico de mercancías entre el enclave ruso de Kaliningrado y el resto de Rusia debido a la lectura lituana del sexto paquete de sanciones de la Unión Europea (UE), y el Kremlin ya tiene un nuevo problema con otro país de la OTAN, Noruega, por razones similares, esta vez respecto de la zona minera que explota la compañía rusa Artikugol en la isla de Spitsbergen, en el archipiélago ártico de Svalbard.
La cancillería de Rusia espera que Noruega, como lo enfatizó en la nota de protesta que entregó el miércoles anterior a la encargada de Negocios ad interim, Solveig Rossebo, levante la prohibición de suministrar mercancías, cerca de 20 toneladas de comestibles, equipos médicos, materiales de construcción y refacciones automovilísticas, para los 500 mineros rusos que viven en el poblado de Barentsburg.
“Exigimos que la parte noruega solucione el problema lo antes posible. Estas acciones no amistosas contra Rusia conducirán inevitablemente a las correspondientes medidas de respuesta”, advirtió la cancillería.
El Kremlin considera que Noruega viola el acuerdo de París de 1920 que reconoció la soberanía noruega sobre el grupo de islas que conforman ese archipiélago, el más septentrional del país en medio del océano Glacial Ártico y con sólo tres islas habitables (Spitsbergen, Oslo y Hopen, que suman no más de 2 mil pobladores entre las tres) y, a la vez, permite que las expediciones que tenían Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Países Bajos, Rusia (que todavía no se había convertido en Unión Soviética, pero ya tampoco era imperio zarista) y Suecia siguieran intentando explotar las minas de carbón, principal riqueza de las inhóspitas islas.
Con el paso de los años, los rusos se quedaron e incluso abrieron un consulado general en Barentsburg, pero acabados los tiempos de convivencia pacífica con la OTAN, cuando Rusia pasó de “socio estratégico” (Lisboa, 2010) a “amenaza significativa y directa” (Madrid, 2022), Spitsbergen se está convirtiendo, para Rusia, en un sitio estratégico y, para la alianza noratlántica, en un lugar donde no deben estar los rusos.
El gobierno de Vladimir Putin confía en que se concreten las señales que ha recibido desde Bruselas y que la semana próxima se resuelva la controversia con Lituania, en caso de que ésta ceda y haga suya la propuesta de la UE en el sentido de que Kaliningrado forma parte de Rusia y, por tanto, no deben aplicarse las sanciones a las mercancías desde territorio ruso al no tratarse de operaciones de comercio internacional.
Quienes conocen de esto, piensan que la sugerencia del bloque europeo a Lituania podría crear un precedente y facilitar que el desencuentro Moscú-Oslo, que de por sí dispara la tensión con la OTAN, no termine en un conflicto armado.
Mensaje de Zelensky
De visita en Moscú, en su calidad de jefe de Estado del país anfitrión de la siguiente cumbre del G-20 (foro integrado por 19 países y la Unión Europea), el presidente de Indonesia, Joko Wikodo, se reunió ayer con el presidente Vladimir Putin en el Kremlin.
Wikodo anunció ayer, al comparecer ante la prensa, que entregó a su colega ruso un mensaje del presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, sin revelar su contenido.
Declaró: “Entregué un mensaje del presidente Zelensky al presidente Putin” y también “expresé mi voluntad de ayudar a poner en marcha una canal de comunicación entre ambos”.
Sólo queda aventurar cuál podría ser el mensaje de Zelensky y la mayoría de quienes asistieron a esa rueda de prensa de Wikodo y Putin coinciden en que quizá se refería a una iniciativa para desbloquear los puertos ucranios del mar Negro.
En favor de esta hipótesis mencionaron que el gobernante indonesio ratificó su intención de contribuir a los esfuerzos que coordina la ONU para evitar una crisis alimentaria y el titular del Kremlin, por su parte, negó con énfasis que Rusia esté impidiendo que Ucrania saque por mar sus cereales y reiteró su convicción de que son los propios ucranios los que crean artificialmente una crisis alimentaria.
Pero otros se inclinan a que Zelensky, quien sin ser Ucrania miembro del G-20 fue invitado por Wikodo a la cumbre de Bali, propuso a Putin declarar un alto el fuego los días 15 y 16 de noviembre y reunirse cara a cara en la paradisíaca isla de Indonesia que será sede de la cumbre.
No sería descabellada una iniciativa de ese tipo, aunque todavía ni siquiera es claro si Putin va a asistir. Su vocero, Dimitri Peskov, declaró ayer que “aún no se ha tomado la decisión”, aunque el asesor presidencial de política exterior afirmó hace unos días que su jefe “va a participar en la cumbre”, sólo le faltó precisar en qué formato y, en caso de no viajar a Indonesia, no debería excluirse que pueda hacerlo a distancia, por videoconferencia.
Misiles rusos alcanzaron un edificio de apartamentos y un sitio turístico cerca del puerto ucranio de Odesa en el Mar Negro, lo que provocó la muerte de al menos 18 personas, incluidos dos niños, dicen las autoridades ucranias.