La prevalencia de una visión “adultocentrista”, que tiende a invalidar las realidades, vivencias y opiniones de las infancias y adolescencias, aunado a los prejuicios y discriminación hacia la comunidad LGBT+ y a la negación de que los niños, niñas y adolescentes puedan tener preferencias u orientaciones diferentes a la heteronormada, inciden en que la niñez diversa no revele su sentir, consideraron Rubén Maza de It Gets Better Mx y Juan Martín Pérez, de Tejiendo Redes Infancia.
En un encuentro en línea realizado en el contexto del mes del Orgullo LGBT+, Maza dijo que “en México tenemos jurídicamente protegido el libre desarrollo de la personalidad, pero los seguimos relegando, sin considerar sus necesidades, pensando de forma muy adultocentrista.
“A pesar que la Corte se pronunció y que la Constitución lo dice, todavía los prejuicios y barreras que pudieran presentar las personas adultas, impide que las infancias ejerzan sus derechos, seguimos viendo a niños y adolescencias como personas de segunda categoría, invalidamos sus voces, sus necesidades y realidades, y no estamos haciendo todo lo que debíamos: escucharles, aprender de ellas y darles voz”.
Añadió que “se cree que las personas LGBT+ aparecemos en el mundo a los 18 años, cuando no es así. Quienes nos pronunciamos como parte de esta comunidad en algún momento fuimos infantes, adolescentes y jóvenes y, por lo tanto, no hay una lógica en pensar que no existen las infancias, adolescencias y juventu-des diversas”.
Martín Pérez señaló que “una de las primeras cosas que enfrentan los niños, niñas y adolescentes que se reconocen diferentes es cómo afrontar ese miedo adulto” y añadió que “tristemente esta realidad de discriminación, miedo y omisiones”, les dificulta informar a sus padres o tutores su sentir.
Se expuso el caso de Tiziana, quien “se armó de valor” y les contó a sus padres “cómo se sentía”. Su mamá narró que iban en el auto los tres solos, y dice: “tengo un sueño todas las noches: que me des-pierto y soy una nena; me veo en el espejo y soy una nena, yo quiero ser una nena”. Ella fue la primera en obtener sus documentos como tal en una provincia Argentina.