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Política

2022-06-29 06:00

¿Y Lutero por qué?

Periódico La Jornada
miércoles 29 de junio de 2022 , p. 18

La inercia cultural autoritaria es fructífera en reproducir estigmas. Continuamente y desde distintas ópticas políticas, conservadora o progresista, echan mano del dicho contrarreformista “la Iglesia en manos de Lutero”. Con el uso de la frase, quienes recurren a ella, pretenden alertar sobre que algo bueno esté bajo control de un personaje rapaz y peligroso.

En algún momento quise hacer seguimiento en la prensa escrita al uso de la expresión “la Iglesia en manos de Lutero”. La intención era mostrar cómo en la opinión periodística publicada continuamente, los articulistas, de izquierda o de derecha, hacían eco al sentido peyorativo del enunciado. En el ejercicio de búsqueda encontré que la frase salía a relucir con inusitada frecuencia, guardé los hallazgos y la carpeta pasó a engrosar el archivo de los pendientes.

Considero un error el nombramiento por parte del Presidente de Clara Luz Flores Carrales como secretaria ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública. ¿Y en esto qué papel juega Martín Lutero? Pues Verónica Malo Guzmán no halló símil más ad hoc que comparar la elección de la política que ha desarrollado su carrera en Nuevo León con la gesta del reformador alemán en el siglo XVI contra el poder eclesiástico del papado romano (https://www.sdpnoticias.com/opinion/clara-luz-flores-la-iglesia-en-manos-de-lutero/). Al hacer uso de Lutero como encarnación del mal, la articulista denota su simpatía por el establishment contra el que se rebeló el teólogo y ex monje agustino.

Para nada me parece acertado el nombramiento de Clara Luz. Es conocida su militancia en NXIVM, organización dirigida por Keith Raniere, condenado en Estados Unidos a 120 años de prisión por, entre otros delitos, convertir en esclavas sexuales a mujeres. Flores Carrales fue candidata al gobierno de Nuevo León bajo la bandera de Morena, en donde halló cobijo tras haber sido priísta durante 22 años. En la campaña por la gubernatura neolonesa, Clara Luz dijo haber tomado algún curso de los impartidos por NXIVM, negó tener cercanía con Raniere. Incluso al ser cuestionada por Julio Hernández López (Astillero), sin ruborizarse, respondió: “No sé de qué NXIVM me hablan. Yo tomé un curso de superación personal, no estuve en NXIVM”.

Cuando se hizo público el video que la muestra en 2016 conversando con Raniere, quien la ilustraba sobre los políticos populistas y ella se notaba embelesada por las palabras de su líder, a Clara Luz no le quedó de otra sino disculparse por el “error” cometido y disminuir su papel de participación en el grupo que le rendía culto a Raniere. La entrevista y el video se sumaron a otros factores existentes en la desastrosa campaña de la candidata de Morena por el gobierno de Nuevo León para que fuera relegada al cuarto lugar, con 14 por ciento de los votos.

Vale mencionar que, en su escrito sobre Clara Luz y Lutero, Verónica Malo Guzmán pasa por alto la entrevista con Astillero, evento que marcó una pronunciada debacle en la campaña de la candidata morenista. Ni siquiera lo menciona, cuando fue él, con el buen olfato periodístico que lo caracteriza, quien reveló las abiertas mentiras de la hoy encargada del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Como quedó escrito antes, son mucho(a)s quienes han recurrido en sus análisis a la frase “la Iglesia en manos de Lutero” para ejemplificar lo peligroso de poner al cuidado de un depredador algo de mucho valor. En este sentido, Verónica Malo Guzmán es un eslabón más de la extensa cadena que usa a Lutero como sinónimo de consumada rapacidad. ¿Por qué la mencionada articulista se puso en la misma tonalidad de la reacción contrarreformista que estigmatizó a Lutero y lo representó como el heresiarca mayor, la encarnación de Lucifer? Para el caso de México, la historiadora Alicia Mayer ha mostrado con erudición la imagen construida durante los tres siglos de la Colonia ( Lutero en el Paraíso. La Nueva España en el espejo del reformador alemán, UNAM-Fondo de Cultura Económica). La Colonia ya no existe, pero la mentalidad colonial sigue viva en muchos espacios.

Lutero fue hombre de grandes luces, tuvo también zonas oscuras. Sin embargo, su decisión de confrontar la corrupción del sistema eclesiástico de su época abrió caminos libertarios y, entre otros logros, impulsó la democratización de la lectura y la creación de un sistema educativo elogiado por Ignacio Manuel Altamirano. El enorme liberal consideraba a Lutero “el gran reformador de la educación en Alemania”. No sólo afirma lo anterior, sino que cita al teólogo y su opinión acerca de la importancia de los maestros en la sociedad. ¿Y si en lugar de “la Iglesia en manos de Lutero” mejor referimos el nombramiento de Clara Luz como “la seguridad y la libertad de pensamiento en manos de la Inquisición”?

P.S. Quise responder a la autora en el medio en que escribe. Por impericia digital no encontré cómo hacerlo. Por esto lo hago aquí en La Jornada, y agradezco su generosidad de tantos años.

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