Hace unos días participé en una mesa redonda sobre el libro Cómo deciden los jueces en Estados Unidos: ¿Por qué nos interesa en México?, y la verdad fue una mesa muy interesante en la cual pude analizar una sentencia paradigmática como fue United States vs Alphonse Capone, sobre la relevancia de la persecución e investigación de los llamados delitos de cuello blanco y la utilización de la inteligencia en la estrategia criminal, así como la revelación de un fenómeno delictivo que surgiría a partir de la creación de empresas fachada (una red de lavanderías) que tenía Al Capone para pasar por lícito el dinero conseguido a través de sus actividades delictivas, lo que se conocería como “lavado de dinero”. Pero esta es otra historia.
He admirado mucho la jurisprudencia estadunidense en casos como Brown vs Board of Education, New York Times vs Sullivan y, desde luego, una sentencia emblemática que siempre ponía como ejemplo de cambio social, dentro de las funciones mediatas del Poder Judicial, como era precisamente Roe vs Wade. Esto cambió hace unos días. La transformación durante el sexenio de Trump de la Corte Suprema de Estados Unidos con justices de carácter conservador ha significado una regresión en dos derechos fundamentales. Por un lado, al declarar la inconstitucionalidad de la ley que establecía restricciones en materia de adquisición de armas, manda un mensaje no sólo a la Asociación Nacional del Rifle, sino a las armerías estadunidenses, de que han triunfado en la Corte Suprema y, por tanto, la venta de armas puede ser indiscriminada.
Hay que recordar que durante 10 años no había existido una reforma en materia de armas en Estados Unidos, la cual había sido impulsada por el presidente Biden y era absolutamente benéfica para México. Significaba que hubiera mayor control; además, la disminución de armas impactaría en la reducción de la violencia en el país; pues, como sabemos, 70 por ciento de las armas decomisadas en el territorio nacional provienen de la Unión Americana. Desafortunadamente, esta sentencia tiene un efecto transfronterizo, porque no sólo se trata de defender los intereses de la industria armamentista estadunidense, sino que también tiene un impacto a nivel global, en virtud de que las armas continuarán traficándose hacia países con conflictos bélicos o con presencia de grupos de delincuencia organizada, como es el caso de México.
Otro tema lamentable tiene que ver con la eliminación de la perspectiva de la Corte Suprema estadunidense de que la regulación en materia de interrupción legal del embarazo era competencia federal y no local. Con ello, más de 10 estados, hasta este momento, han planteado la prohibición de la interrupción legal en sus territorios, lo que ha motivado al presidente Biden a generar una política de asistencia en cuanto al suministro de medicamentos a los estados, como las píldoras del día después, que permitan la interrupción del embarazo en las primeras semanas de la gestación.
El tema no solamente es un retroceso a que las mujeres decidan en torno a su cuerpo. Yo siempre he seguido la posición de Kant a este respecto y creo que los seres humanos somos un fin en sí mismo. Si yo obligara a mi pareja a tener un hijo (a) en contra de su voluntad, estaría viéndola como un instrumento y no como un fin en sí mismo, y esto estaría violando la perspectiva kantiana.
Nadie está a favor del aborto, pero los liberales debemos dejar a las personas decidir sobre los temas que les interesan, como el derecho a tomar la decisión personal a tener progenie o no, sin que sea visto como una obligación por parte de ningún grupo social, y que ello permita, desde luego, la interrupción del embarazo cuando no existan las condiciones para llevarlo a cabo. La anulación de este criterio que se mantuvo desde 1973 es particularmente terrible; en algunos estados de EU, me parece, la prohibición ha sido absoluta, y ni siquiera se han contemplado casos excepcionales como violación, malformación genética, entre otros. En este sentido, creo que las decisiones de la Suprema Corte mexicana han sido más vanguardistas y mucho más protectoras de los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, que lo decidido hasta ahora por la Corte estadunidense.