Del poeta Xhevdet Barjaj, recién fallecido en este, su otro país, sólo elogios he leído y escuchado, no ahora, desde que supe de él, años ha. Muy poco departimos pero diré que bien. Entre los muchos que tuvieron la fortuna de tratarlo con cierta o regular frecuencia, Mario Panyagua (he aquí un fragmento suyo dedicado en vida al exiliado) y Rosina Conde, quien me autorizó a reproducir su poema titulado con el nombre del de Kosovo*. Gracias.
1. “Ante el fulgor reverberante de la mecha de una veladora / no reza a dios alguno [] ni a ningún universo / Cerúleo | como un lirio indefenso / se refleja al espejo y se sabe otro / en una lengua que no entiende / absorto | errante | condenado / a entregarse a ti [] soledad / que lo cobijas // No puede descansar y abre los ojos aún más para poder creerlo // Míralo [] soledad / también del sueño lo han despojado.”
2. “ Si el poema fuera mío, / como decías, / le quitaría la guerra; / le quitaría el sufrimiento de tu cuerpo, / la angustia del terror, la cárcel y la persecución; / quitaría todo aquello que te hiciera atravesar el mundo para huir del exterminio / y de la imagen de tu perro acribillado ante tus ojos. / Pero la memoria persiste en tus poemas. / ¿De qué tamaño puede ser el dolor?, / te preguntabas, / ¿hasta dónde llegará la crueldad humana por la ambición del poder desmedido? // Si el poema fuera mío, / le quitaría la herida que dejara la tortura, / los ruidos de las metrallas, / las explosiones frente a tu puerta, / el olor a sangre y muerte. // Si el poema fuera mío, / le dejaría la vida, el sol, / el amor de tu familia y tus amigos; / dispersaría las cenizas de la flor de una casa a la que no regresarías; / tiraría la bolsa que conservaba tus miedos / borraría la niña del ojo que te vigilaba a través de la mira telescópica… / despertaría a tus muertos, / a la joven que alimentaba a los pájaros, / al dueño de esa boca que germinaba la hierba en el campo de batalla; / apagaría el grito de las balas / y llenaría tu silencio con canciones de vida y de labranza. // Si el poema fuera mío, / descubriría el velo de tu vista para darte vida; / pero la vida, ¡ay!, la vida se ha escapado de tus manos. // Si el poema fuera mío, Xhevdet, / recuperaría el amor que le inyectó tu pluma. / Pero el poema… / el poema no es mío. // ¡Adiós, amigo!”