Ciudad de México. Berenice Muñoz se mira en el espejo y no reconoce a la futbolista que quiso ser antes de retirarse.
Al principio le costaba entenderlo. Hubo situaciones que la sobrepasaron, como ser la primera en marcar un gol en la historia de la Liga Mx Femenil o llegar tan pronto a la selección mexicana. “Tenía que levantarme y seguir –dice– no podía rendirme”. Después de alejarse dos años del deporte que la hizo sentir una heroína, intentó volver pero fue imposible. “Primero estaba mi salud mental”, asienta.
En el final del torneo pasado con el Querétaro, Muñoz renunció al futbol porque, con 22 años de edad, prefirió estar en paz consigo misma. “Ya no sentía la misma motivación”, confiesa sin remordimiento; “llegó un momento en el que no veía partidos, no quería ir a los estadios, ya no me importaba. Estaba en mi mundo. Dejé de hacer deporte por mucho tiempo, perdí masa muscular; subí de peso, y perdí técnica y velocidad. Sentí mucho ese cambio”.
La delantera surgida del Pachuca se refugió en su familia, sus amigos y dos sicólogos que la ayudaron a entender que no era una máquina. “Jugar en la Liga era un sueño”, recuerda con cierta nostalgia. “Yo sabía que no había logrado todo lo que quería. Hice el primer gol, llegué a la selección nacional Sub-20 y fui goleadora, pero necesitaba resolver asuntos más personales. Quería desaparecer el futbol profesional de mi vida”.
Sus problemas, agravados por la presión de cámaras y micrófonos, coinciden en algún punto con el retiro de otra jugadora, Ana Paola López Yrigoyen, quien, en su carta de despedida –el 4 de este mes–, aseguraba que “cuando la cabeza y las convicciones menguan, los pies terminan por hacer lo mismo”.
Como ocurre en el resto del mundo, la depresión, la ansiedad y el estrés son enemigos silenciosos de las deportistas, dinamita pura para la mente. “Es difícil porque hay muchas jugadoras que no son del lugar en donde participan”, profundiza la ex atacante de Cruz Azul. “Los clubes tienen sicólogos, pero son parte del cuerpo técnico y no sabes si puedes confiar en ellos emocionalmente. Tienes ese miedo de que le digan al entrenador lo que te está pasando y que al final te afecte.”
Problema multifactorial
La Organización Mundial de la Salud explica que la salud mental está determinada por múltiples factores sociales y sicológicos; así, “las presiones, asociadas con condiciones de trabajo estresantes, constituyen un riesgo”. De acuerdo con las jugadoras, uno de los mayores detonantes es la preocupación por los bajos sueldos, además de la incertidumbre de continuar con sus carreras.
“No tenemos la formación ni el proceso que los hombres para llegar hasta aquí”, señala convencida Tania Morales, hoy elemento del Atlas. “Nos tocó pasar de ser amateurs a profesionales en muy poco tiempo. Parte de la responsabilidad la tienen los clubes”, subraya.
A los casos de López y Muñoz puede sumarse la ex delantera del Toluca Stephanie Baz, quien después de dos años en el circuito profesional eligió por disfrutar la felicidad con su familia.
“Los errores me enseñaron a no tener miedo, pero combinar dos papeles –como mamá y futbolista– es muy complicado.”
¿Qué sentido tiene seguir, si lo que más queremos no nos hace felices?, se preguntan las futbolistas, casi de la misma manera que lo hacía la gimnasta estadunidense Simone Biles en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio.
La realidad, responde López, es que las únicas que podemos cuidar nuestro cuerpo y mente somos nosotras. ¿Por qué no se habla tanto de esto? Porque en el futbol, como en todos los deportes, nos encanta contar la historia de los ganadores, no de aquellos que no corrieron con la misma suerte.