El baile es el hilo conductor de los diferentes proyectos de la artista española Paola Bragado. Su trabajo en el entorno de las bailarinas, la mayoría inmigrantes, la ha llevado a ocuparse de strippers en Reno, Nevada; de las de danza árabe en España; de las llamadas “a gogó”, en los clubes de Ibiza, así como las de cabaret en Berlín, procedentes de Europa del Este.
“Siempre me llamaron la atención estos grupos de mujeres que realizan un trabajo digno, que nos atrae, que es el baile. No obstante, luego hay una segunda lectura en la que hay marginación hacia estos grupos. En un viaje de trabajo anterior a México di con un grupo de ficheras. Como mi hilo conductor es el baile me pareció perfecto seguir relatando en un sitio dentro de una cultura tan patriarcal como México. Se trata de una tradición muy bonita que, como muchas otras, se ha convertido en algo denigrante en el que se sufren tratos vejatorios”, expresa Bragado.
El resultado del proyecto se presenta con el título Mujer platillo: Qué crees, quedó amarillo, exposición multimedia montada en la galería Hydra. Bragado es fotógrafa; sin embargo, se desempeña con varios medios como instalación, acciones e intervención en fotografías.
Bragado, quien vino a estudiar una maestría en la Facultad de Arte y Diseño, se planteó cómo retratar a un grupo de ficheras sin que fuera ofensivo, ni un trabajo tipo documental que se ha hecho hasta la “saciedad”. Propuso, pues, hacer una serie de acciones como retratarlas con poses de yoga, como una forma de acercarse a ese grupo de trabajadoras.
El lugar de acción fue el cabaret Barba Azul. “Como el dueño no veía que hacíamos nada en contra de ellas, empecé a hacer sesiones de yoga en la pista de baile donde ellas son normalmente bastante pasivas, ya que están sentadas alrededor. Cuando dejé la cámara fija y empecé hacer sesiones de yoga, invertí la dinámica de la pista: ellas ahora eran las activas al estar en el centro”, explica la entrevistada.
Las mujeres después enseñaron a bailar a Bragado, por medio de las clases Lección de mambo y Quiero bailar como Tongolele. En cada lugar donde mostraba el trabajo, y tenía que dar un taller, la fotógrafa pidió a las mujeres darlos, por ejemplo, en el Centro Cultural España y en encuentros de fotografía en Querétaro y San Luis Potosí.
La última sesión realizada con las mujeres fue en las clases de maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México. Después se incorporaron a las clases de cerámica. “Ellas daban media hora de clases de baile con la participación de gran cantidad de profesores y alumnos. Yo misma me metí en el grupo con peluca, vestido y delantal igual que ellas. Con estos pequeños códigos les habla de una problemática mundial de la desigualdad de género. Al vestirnos iguales todo el mundo nos ve así”, indica Bragado.
Cuando cerraron los cabarets a raíz de la pandemia, la artista empezó a bordar las fotos de las mujeres. En la parte blanca de atrás bordó diseños otomíes que llamaban su atención. Dejó colgando los nudos del hilo sobre las imágenes de las mujeres como referencia a “esa parte que las personas quieren ocultar en el bordado”.
La forma de trabajar de Bragado es “azarosa”, lo que se confirmó durante el encierro por la crisis sanitaria. “Durante año y medio se acabó todo el revelador de diapositivas en toda la ciudad. Un técnico que revela mi material fotográfico me informó que había conseguido uno que era raro. Cuando le escribí para preguntar qué había salido, me contestó: ‘Mujer, ¿qué crees? Salió amarillo’”.
Mujer platillo: Qué crees, quedó amarillo permanecerá hasta el 25 de agosto en la galería Hydra (Tampico 33, colonia Roma).