Las relaciones entre México y Estados Unidos han cumplido 200 años. Los primeros 100 fueron desastrosos. Pero en el siglo XX hubo un periodo claramente favorable a México. Se le bautizó como el de la buena vecindad. Coincidieron dos presidentes inteligentes y patriotas. Roosevelt prefirió buenas y respetuosas relaciones con México y el general Cárdenas aprovechó las ventajas de la cercanía con EU, que estuvo representado por un embajador, J. Daniels, que simpatizaba mucho con los mexicanos y con Cárdenas. La Segunda Guerra Mundial fue ocasión para establecer una relación mutuamente benéfica: México aportó materias primas y una masa de mano de obra que nuestro vecino requería con urgencia.
¿Podría haber una segunda época de buena vecindad? Algunos hechos nos inclinan al optimismo: el primero es que el gobierno estadunidense parece ver con buenos ojos el esfuerzo de AMLO, quien ha evitado los ataques usuales de la izquierda a EU y fomentado un cambio moderado, pero significativo. EU dejó de prestar al PRI el apoyo que había mantenido desde 1929 y en 2018 toleró que, a través de elecciones libres, llegara al poder un líder de izquierda nacionalista y considerado populista por la derecha.
Lo sorprendente es que AMLO llegó al poder cuando el presidente era Donald Trump, el más derechista y antimexicano que se recuerde. Trump estableció relaciones muy cordiales con el Presidente de México y éste le correspondió con un trato afable. Se practicó una diplomacia muy fina de los dos lados, pero Trump perdió la presidencia y lo sucedió Joe Biden, un liberal demócrata. Muchos expertos mexicanos pensaron que podrían originarse fuertes tensiones, pero estaban equivocados.
El nuevo presidente norteamericano declaró que no solo quería buena vecindad, sino un trato igualitario con México. Designó como embajador a Ken Salazar, quien ha colaborado intensamente con AMLO y ha promovido contactos con inversionistas estadunidenses.
Los gestos de buena voluntad se han multiplicado. EU donó a México 13 millones de dosis de vacunas anticovid, se anunciaron programas para fomentar el crecimiento de estados del sureste mexicano y, a finales de 2021, se canceló la iniciativa Mérida.
Existen problemas graves que amenazan esta alianza que empieza a consolidarse y puede significar un cambio histórico y promisorio para estabilizar una relación que ha sido difícil y accidentada.