La consigna “¡Fuera Lasso!” crece en Ecuador después de 13 días de paro nacional y de una brutal represión. Seis muertos y decenas de heridos es el saldo y contando. Después de escuchar el mensaje emitido ayer por el presidente banquero Guillermo Lasso es de esperar una intensificación de la represión, pues él mismo lo anunció como único “lenguaje” posible con quienes protesten. El ministro de gobierno prometió el uso de fuego real contra las manifestaciones, ya empleado anteriormente, por cierto.
Miles de indígenas de diversos confines del país han inundado Quito, la capital, como parte de este gigantesco movimiento de protesta, que se ha extendido a todo el territorio nacional. En un año de gobierno, Lasso no ha cumplido con ninguna de sus promesas de campaña, la sociedad sufre los rigores de un plan de ajuste del Fondo Monetario Internacional y de neoliberalismo bruto de la cosecha del mandatario, que dispara los precios y arroja al hambre a enormes sectores populares.
La Conaie, principal organización indígena, ha llamado a seguir con las protestas. Muchos voceros indígenas ya dejan en un segundo plano las diez demandas iniciales y exigen que se vaya Lasso. Ayer se discutió en la Asamblea Nacional una solicitud de destitución del presidente presentada por los asambleístas de UNES, el partido correísta, quienes pusieron su cargo a disposición, como se requiere para este procedimiento. Para destituir al presidente se necesitan 92 votos, pero UNES solamente tenía sus 42 más el apoyo de seis de los 24 asambleístas de Pachakutik, partido supuestamente representante de la Conaie, que, en contra de lo que están pidiendo las bases de ésta, se opone a la destitución de Lasso, que en este momento solucionaría el grave conflicto y abriría la posibilidad de convocar a elecciones. Lasso está aislado y tiene el rechazo de 85 por ciento de la población. Sólo lo apoyan la embajada gringa, la policía y el ejército.
Pero si las izquierdas no se unen en la búsqueda de una salida democrática y constitucional, podría imponerse la línea dura de Washington-Lasso y la derrota de las demandas populares.
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