El artista multidisciplinario Marcos Límenes (Ciudad de México,1957) pertenece a una generación de pintores que en sus inicios “empujó muy fuerte”; sin embargo, en cierto momento quedó relegada ante los cambios en el mercado del arte.
Límenes, quien en Bitácoras de vuelo exhibe obra de los 12 años pasados en la galería del Centro Cultural Bella Época, dice que a su “generación le pasó lo que en el Dominó cuando te quedas con la mula de seises arriba”. Después de un fuerte comienzo, dentro de un proceso natural de mercantilismo, surgieron las ferias de arte. “Los artistas que tenían esa salida por medio de galerías relevantes que participaron en las ferias, tuvieron un despegue vertiginoso”, expresa en entrevista.
Fueron incorporados también artistas conceptuales, hecho que Límenes relaciona con el mundo de la moda: “En los desfiles ves vestuarios que nadie se va a poner; sin embargo, llaman la atención. Es un asunto publicitario. Así funcionan también las ferias de arte. Mi generación fue un poco reacia a las galerías. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial en adelante –quizás antes–, los artistas estamos atrapados entre querer ser críticos sociales, algo que implica estar de alguna forma en contra del mercado, sobre todo, el gran capital, y vender la obra.
“Muchas veces los creadores quedan atrapados entre una narrativa de fama y publicidad, y conservar su independencia, su libertad de criterio, su visión del mundo. Muchos caen en el momento en que se les ofrecen ese gran escaparate que son las ferias o el mismo mercado. Tratan de producir una crítica contra lo que antes se oponían. Cuando se vino el cambio, mi generación no supo acomodarse.
“Veíamos ser artista de manera romántica, y era suficiente. Soñabas con que te descubrían y los críticos te hacían caso. Hoy ni se ve crítica, sino grandes rollos teóricos. También aparecieron los curadores que son como los diyéis del arte. Surgieron carreras universitarias, directores, funcionarios, instituciones promotoras de arte, con los que no sabíamos cómo relacionarnos.”
Así son las reglas del juego
“Muchos colegas de mi generación están molestos por la situación, incluso, con las políticas actuales del gobierno. Me coloco más bien así: nadie me obligó a meterme en esto. Son las reglas del juego, las juegas o no. Si no las voy a jugar, tendré que encontrar la manera de hacer mi trabajo de otras formas, ya sea por medio de la televisión, los libros y la pintura en espacios como éste, y seguir adelante.”
Bitácoras de vuelo ofrece un panorama de las recientes incursiones artísticas de Límenes. La obra más temprana es su novela Antes de la batalla (2010), una ficción acerca de su apellido. “Empiezo escribiendo, de pronto se suspende la escritura y la narración continúa con dibujo. Luego, se suspende el dibujo y sigue la narración escrita. Más que ilustración es un tránsito de un lenguaje a otro”, dice el expositor quien siempre ha mostrado una “voluntad narrativa” en su obra.
La pieza más reciente es el mural La gran ola (2020). En esta “ola figurada”, compuesta por 14 secciones, detenida por un dique hecho con polines, maderas y sacos de arena, Límenes resume muchas de las problemáticas enfrentadas en la actualidad: la pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania, así como las circunstancias individuales que “se nos vienen encima”. Una buena cantidad de zapatos viejos fueron reciclados a manera de “espuma que rompe contra el dique”.
La muestra incluye las pinturas Trenes rieles (2016) y Plegaria (2004), varias ilustraciones del libro La serpiente roja: Vivir con pitiriasis rubra pilaris, realizado con Francisco Segovia, así como una demostración del programa piloto, La caja de calambur, hecho para el Canal 22, secuencias de la serie Naturaleza Quieta, realizada con Carolina Kerlow para TvUNAM, y relatos digitales.
La exposición Bitácoras de vuelo permanecerá hasta el 2 de julio en el Centro Cultural Bella Época, Tamaulipas 202, colonia Condesa.