Como se sabe, el presidente Felipe Calderón eliminó en 2008, mediante un acto de barbarie, las disciplinas filosóficas que se impartían en la educación media superior. En los documentos presentados, no ofrecía ninguna razón para hacerlo; sin embargo, en el fondo se encontraban las líneas directivas de la OCDE para el desarrollo del neoliberalismo en el ámbito educativo.
A pesar de todo, en esos textos se indicaba que se utilizaría el método de competencias, así como un concepto que no se definía claramente como era el de “transversalidad”. Frente a este atentado, muchos sectores, como el de los científicos, maestros eméritos de la UNAM, asociaciones nacionales e internacionales y, sobre todo, el Observatorio Filosófico de México, nos opusimos y el presidente Calderón tuvo que retractarse.
Pasó el tiempo, llegó a la Presidencia López Obrador, se declaró el fin de la política neoliberal y se hizo una reforma del artículo tercero, donde se estableció que la educación filosófica y humanística sería un derecho de todos los mexicanos; sin embargo, por diversas razones, no se han dado los pasos necesarios para hacer efectiva la disposición constitucional y, por el contrario, estamos conociendo, mediante los documentos publicados por la Subsecretaría de Educación Media Superior de la SEP, que se pretenden desaparecer, de nuevo, las disciplinas filosóficas y humanísticas a nombre de la “transversalidad”. Ya no se trata –declaran– de asumir los criterios cuantitativistas, individualistas y mercantilistas en que recayó la anterior reforma, sino los cualitativos, colectivistas y sociales, “en defensa de las mayorías”. La pregunta que se impone, entonces, es ¿y qué entienden por transversalidad?
Entienden que las disciplinas desaparecen en pro de un análisis específico de problemas que interesen a determinada comunidad en nombre de la interdisciplina o la multidisciplina. En otras palabras, los estudiantes ya no tendrán clases de ética, lógica, etcétera, sino el análisis de problemas. Ahora bien, para entender mejor este diseño pedagógico, acudí a un ensayo mencionado en la bibliografía del documento citado sobre “el marco curricular común en humanidades”. Allí encontré el trabajo de Sandra Zulai Jáuregui titulado “La transversalidad curricular: algunas consideraciones teóricas para su implementación”, en el que se dice: “En lugar de proporcionar una lista de disciplinas o materias de enseñanza, se propone una serie de temas transversales para ser desarrollados a través del plan de estudios organizado en torno a las áreas de aprendizaje fundamentales”.
Se agrega que se trata de establecer una relación entre el saber cotidiano y el académico y, a su vez, contra una educación memorística y aislada. Más adelante dice que “los contenidos transversales no aparecen asociados a ninguna asignatura ni área concreta de conocimiento, sino a todas” (p. 75). Más claro, ni el agua.
Desaparecen las materias y desaparecen los profesores de filosofía, ya que serán otros especialistas los que deberán realizar estos análisis. Esta situación debería preocupar seriamente a las facultades de filosofía, porque implica una severa afectación a la formación filosófica y humanista de los jóvenes y al diseño de sus propias carreras.
Aquí deseo aclarar que de ninguna manera estamos contra la interdisciplina, multidisciplina o transdisciplina.En este sentido, sólo comentaría que un filósofo llamado Adam Smith fue el fundador de la economía, y que la bioética es una reciente rama del conocimiento que une la filosofía con las ciencias de la vida, entre muchos ejemplos que podríamos aducir; sin embargo, no puede haber interdisciplinariedad sin disciplinas, además de que si no se imparten en forma integral no se obtendrá una correcta formación de ellas.
Esto no quiere decir que estemos en favor de que se mantengan intocadas, sino, por el contrario, sujetas a una actualización pedagógica; a una interrelación con otras disciplinas y a un análisis de los más importantes problemas que nos afectan. Todo lo contrario. El estudio de la ética es fundamental como lo son también la lógica, la estética y la introducción a la filosofía.
Por estas razones, una impresionante cantidad de profesoras y profesores de filosofía procedentes de todo el país están firmando una carta dirigida al Presidente de la República y a la Secretaría de Educación Pública (www.ofmx.org.mx) con el objetivo de que se mantengan las disciplinas filosóficas y humanísticas tal y como lo marca la Constitución para que puedan contribuir, en forma auténtica, a una verdadera transformación del país.
* Profesor/investigador del Departamento de filosofía de la UAM-I y fundador del Observatorio Filosófico de México.