Parma. La dinastía de la Casa de Farnesio surgió “en una noche como nace un hongo” –según se dijo maliciosamente en la época– y de ser señores de provincia se convirtieron en una familia poderosa gracias a la política de nepotismo de su miembro más destacado: el papa Paulo III (1468-1549). Protagonista de la escena política y religiosa europea, el papa utilizó el arte no sólo para legitimar su linaje, sino para crear una nueva estética clasicista imitando el cosmopolitismo del antiguo imperio romano, ajustándose a la dimensión global del papado después del descubrimiento de América.
Misa de San Gregorio
La Misa de San Gregorio condensa este momento histórico en ebullición. Es una obra maestra del arte plumario mexicano realizada por los amantecas. Forma parte de la muestra Los Farnese, arquitectura, arte, poder, en curso hasta el 31 de julio con curaduría de Simone Verde, director del museo. Nunca antes había sido mostrada esta obra en Italia. Se presenta en el flamante Complejo Monumental de la Pilotta, residencia de los Farnesio. La ambiciosa exposición con 300 obras, recorre la totalidad del coleccionismo de la familia desde el siglo XVI hasta la extinción de la estirpe en 1731.
La Misa fue realizada en 1539 para agradecer al papa Pablo III por la bula Sublimis Deus (1537) traída de Sevilla después de casi 500 años, la cual reconocía a los pueblos originarios como seres humanos: “indios veros domines esse”, justificando su libertad y condenando la esclavitud frente a la corona española. No logró el cometido.
La imagen está enmarcada por un texto en latín dedicado a Paulo III, citando al mecenas de la obra, Diego Huanitzin (sobrino de Moctezuma II), y al famoso fraile franciscano Pedro de Gante como el supervisor. La iconografía de la Misa estaba en boga en los países nórdicos en esos años y representa la aparición de Jesús (con los símbolos de la Pasión), durante la misa del primer papa Gregorio Magno, desmintiendo la incredulidad de una mujer en aceptar que la eucaristía era carne y sangre de Cristo.
Es una de las obras en plumaria más admiradas y estudiadas y uno de los ejemplos más claros de sincretismo cultural. Se conserva en Francia en el Musée des Amériques-Auch en Gascuña, porque nunca le llegó al papa. No se sabe el motivo. Estudios recientes –según apunta en el catálogo Davide Domenici– han descubierto que en la colección Farnesio había un gran número de obras mexicanas que se perdieron: “mosaicos en pluma, en turquesa y concha, navajas de obsidiana y manuscritos pintados que llegaron por los misioneros dominicanos y franciscanos como regalo para el papa”.
El pontífice había tomado partido en favor de los indígenas, después de que los representantes de las órdenes religiosas habían denunciado el trato brutal de la corona. Para el papa era una oportunidad prohibir la esclavitud con el fin de limitar el poder del emperador, quien sin embargo no lo permitió, retirando la bula del papa, replegándose sin mayor resistencia porque en ese entonces el líder de la Iglesia actuaba como mediador entre las coronas de Francia y España relacionados con la paz en Italia.
Serge Gruzinski, en su impecable artículo contenido en el volumen La scuola del mondo: Storie globali dalla collezione Farnese, que será publicado por Electa en enero, anota cómo, a partir de entonces, los problemas en Europa repercutieron en el mundo, por ejemplo en el episodio citado. Occidente construyó a través del cristianismo “la supremacía mundial que aprovechaba del Nuevo Mundo para definirse a sí misma”.
Gruzinski pide romper con los clichés de los indígenas como personas pasivas, cuando la Misa demuestra lo contrario, empezando porque la élite mexica participa en el nuevo orden global. La obra acató la nueva cultura, pero no por ello renunció a la propia, como demuestra la técnica de la Misa en pluma, el uso de pictogramas propios de la estética mesoamericana y la inserción de motivos típicamente americanos como las piñas.
Paulo III
Paulo III, con quien comienza la colección, fue también quien encargó el Juicio Universal a Miguel Ángel y mandó construir el Palazzo Farnesio, su residencia en Roma (jornada.com.mx/2011/02/13/sem-alejandra.html). Nombrado papa en 1534 y apurado por asegurarle un futuro a sus cuatro hijos y a su estirpe, reforzó sus dominios de oriundez en el Lacio septentrional, e incautó al Estado Pontificio el ducado de Parma y Plasencia, que entregó a su familia.
Por lo que se refiere a la política y a la religión, el papa restauró el poder de la Iglesia católica para hacer frente al cisma protestante y anglicano, defendiendo la centralidad de Roma al crear la Inquisición romana (1542) y el Concilio de Trento (1542-1563). El Estado pontificio era el único territorio en Italia no sometido a la corona española ni francesa y con cierto grado de influencia en la política europea.
La evangelización de América fue una oportunidad de expandir el poder de Roma, con lo que se relaciona la aprobación oficial de la Compañía de Jesús por Paulo III en 1540, con la cual los jesuitas declararon obediencia incondicional al pontífice, poniéndose a su servicio en las misiones. Este lazo estrecho con los Farnesio lo mantendrán siempre. El cardenal Alessandro (1520-1589), nieto del papa, financió la iglesia del Jesús en Roma realizada por el arquitecto Vignola y Giacomo Della Porta, convirtiéndose en el modelo de los recintos jesuitas en el mundo.
La colección Farnesio
Los Farnesio crearon una de las mayores colecciones de su tiempo, acopiando 3 mil obras en dos siglos, hasta la extinción de la estirpe en 1731. Después fue heredada a Carlos III de España (1716-1788), hijo de Isabel, el último miembro de los Farnese y esposa del rey Felipe V de España. En calidad de rey de Nápoles y Sicilia (1735-1759), Carlos III la desplazó al Museo Real Bosco di Capodimonte en Nápoles que construyó para este fin, institución que ha prestado para esta muestra 80 de sus mejores obras. Parma se quedó huérfana del enorme patrimonio de los Farnesio.
Simone Verde muestra por primera vez la colección al completo: no sólo las obras icónicas del arte europeo, sino aquella casi desconocida del arte extraeuropeo, de la que sobrevive una mínima parte, junto a La Misa, que recibe al visitante en una galería de la Biblioteca Palatina, corazón mismo de la exposición, con obras en su mayoría del siglo XVI (momento álgido de la estirpe). Entre ellas, un olifante africano, abanicos de marfil de Ceilán, copas chinas en cuerno de rinoceronte, tazas para chocolate y recipientes de coco de América. Eran obras para el mercado europeo.
En la misma sala están los retratos celebrativos de la familia Farnesio realizados por Rafael, Tiziano, Sebastiano del Piombo, Bernini, Annibale y Agostino Carracci, entre obras tan famosas como la Dánae de Tiziano, por no mencionar la Taza Farnesio: el camafeo más grande del mundo (de época helenística y perteneciente a Lorenzo el Magnífico de Medici); el llamado Cofre Farnesio, una obra maestra de la lujosa orfebrería renacentista.
La muestra lanza al museo después de una renovación quinquenal de sus 20 mil metros cuadrados de superficie que comprende tres museos, el Teatro Farnesio y la Biblioteca Palatina. Los Farnesio amaron la música y los libros transformando a Parma en una capital de la música y de la imprenta de libros, de cuya sólida tradición provienen Giambattista Bodoni (1740-1813), autor del homónimo tipo de letra y el editor Franco Maria Ricci (1937-2020).