A fin de estimular la empatía e imaginación de los niños, la compañía Danza Visual presenta la obra Desde el caparazón de la tortuga, en la que se retoman cuatro personajes de la novela Momo, del escritor alemán Michael Ende.
“Ante un mundo violento donde el ser humano sólo vive del consumismo y, además, es esclavo de su trabajo, la única salida es convidar al gozo, a lo bello que es habitar este mundo disfrutando del aquí y del ahora”, explica su directora, Patricia Marín, en entrevista con La Jornada.
Se trata de “una representación multidisciplinaria basada en el clásico infantil de Michael Ende, sólo que realizamos 17 guiones para deconstruir los mensajes más importantes de la obra literaria, uno de éstos es el uso que damos los humanos al tiempo.
“En la trama, hay hombres de gris que nos invitan a ahorrar el tiempo, pero la realidad es que este concepto no se puede economizar; tiene algo que ver con el capitalismo (por decirlo de alguna manera). Vivimos esclavizados al trabajo para poder adquirir cosas, pero nos perdemos las más triviales: disfrutar un atardecer, recibir un abrazo, estar con la familia o realizar cualquier actividad para darle un significado a la vida.”
Música en vivo, danza contemporánea y clásica, teatro, ópera y artes circenses son algunas disciplinas que ejecutan 13 bailarines, entre ellos Mariana Barbosa, Lorena Canseco, Leonardo Beltrán, Rogelio Marín y Tlathuí Maza, bicampeón del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga en la categoría Mejor intérprete masculino.
La escenógrafa Carolina Jiménez “tuvo la idea de construir un gran reloj con módulos de engranaje, mientras el narrador es un animal que comparte pensamientos abstractos sobre la percepción del tiempo, la forma en la que lo asimilamos, lo promovemos y lo exploramos”, comparte Patricia Marín (Ciudad de México, 1983).
Momo, una niña capaz de escuchar a las estrellas, exhorta a los espectadores a reflexionar en torno a la vida, el tiempo y el uso que le damos. La protagonista emprende esta nueva aventura junto a sus entrañables amigos: Beppo, el barrendero paciente; Giggi, el soñador incansable, y Casiopea, tortuga milenaria que se encarga de administrar el tiempo. Los antagonistas son los hombres de gris y Bibbi Gail, su muñeca perversa.
Rogelio Marín, compositor de la música original, destaca que el montaje “fresco y familiar” redirecciona la atención del espectador hacia la importancia de vivir plenamente, atesorar cada momento y no perder la oportunidad de ser feliz. Sus melodías se generaron a partir de ideas básicas como el amor, la otredad, la amistad y la meditación.
Por su parte, Patricia Marín señala que aunque la obra se estrenó hace ocho años con la Compañía Nacional de Danza de Ecuador, ésta no pierde vigencia.
“Momo ejemplifica la esperanza, la bondad, el respeto, la amistad, el amor..., todo lo envuelto en las idiosincrasias compasivas y caritativas de la infancia y su capacidad transformadora. La cuestión es que en este mundo caótico, violento y acelerado, la empatía es casi nula.
“Una de las cosas más preocupantes es que incluso el planeta se manifiesta con ciertos padecimientos, como el cambio climático. Por esa razón, requerimos cambiar nuestra forma de pensar. ¿Cómo? Desarrollando públicos ávidos de arte desde temprana edad”, concluye la también bailarina, coreógrafa y diseñadora gráfica.
Desde el caparazón de la tortuga se presenta los sábados y domingos a las 13 horas en el Teatro Xola Julio Prieto (Eje 4 sur Xola 809 esquina Nicolás San Juan, colonia Del Valle Norte, alcaldía Benito Juárez). La entrada cuesta 300 pesos y la temporada concluye el 3 de julio.