Ciudad de México. Los restos del general Clemente Ricardo Vega García, procedentes de Mérida, Yucatán, fueron recibidos en la base aérea militar 19 -ubicada en el Aeropuerto Internacional de la CDMX- y de ahí se trasladaron al velatorio militar, a espaldas de la Secretaria de la Defensa Nacional.

El deceso del mando militar ocurrió tras el padecimiento de una enfermedad mental degenerativa. Y para reconocerle recibió los mayores honores que se dan entre los los militares.

Vega García escaló al nivel máximo en él cúpula militar, al ser nombrado secretario de Defensa, por Vicente Fox entre los años 2000 y 2006. Ante su muerte los mandos o militares lo ponderan como un personaje ejemplar que deja un legado de valores y virtudes.

Fue el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval quien por medio de un tuit dio a conocer la muerte de Vega García. “Despedimos con pesar a un militar ejemplar que deja un legado de valores y virtudes que hacen patente el compromiso institucional y vocación de servicio que todo militar debe de mostrar en el cumplimiento de sus responsabilidades”.

En su paso por la titularidad de la Sedena Vega García, se concretaron procesos que vinculaban a integrantes del Ejército con actividades de la delincuencia organizada.

El más llamativo ocurrió en 2001 con la detención del general Ricardo Martínez Perea, quien encabezaba frente el 21 Regimiento de Caballería Motorizada en Nuevo Laredo, Tamaulipas, e incluso el entonces presidente Vicente Fox, quien lo señaló como responsable de cooperar con el Cártel del Golfo. El mando fue sentenciado por un tribunal militar a 15 años de prisión, pero finalmente el imputado, fue absuelto de todo cargo.

Años después, tras sucumbir a la enfermedad de Alzheimer, diagnosticada en 2017, los restos de García Vega fueron recibidos por un larga valla de soldados y cadetes, al interior del complejo militar en Lomas de Sotelo al nororiente de la CDMX.

La carroza que trasladó el féretro se aparcó al frente del velatorio militar y una guardia lo levantó para colocarlo sobre un pedestal de madera sobre la avenida, mientras la viuda del mando, su hija y nietos observaban y escuchaban el homenaje.

Tras cuatro minutos que duró la interpretación del toque de silencio y del toque fúnebre acompañado de una guardia de cadetes, sobre cuyos brazos descansaban tres águilas reales, la misma guardia militar levantó el ataúd y lo llevó al interior del velatorio, donde en privado la familia y sus conocidos le dieron el adiós final.