Ciudad de México. El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) planea firmar un convenio con el nuevo Museo Diablos para que ese recinto “dialogue” con la red de museos de esa instancia y encuentren mecanismos de retroalimentación para difundir el arte entre los aficionados al beisbol, y a la vez impulsar ese deporte entre los visitantes a los recintos culturales del instituto, adelantó a La Jornada la directora del Inbal, Lucina Jiménez.
La antropóloga consideró que el espacio museístico inaugurado hace un par de meses en el estadio de beisbol Alfredo Harp Helú “es único porque combina tres factores importantes: primero, la dimensión artística como elemento destacado, y, por otro lado, se trata de un ejercicio de memoria del deporte, que no se cierra a la práctica del beisbol en el país, sino que coloca a esta actividad en su dimensión internacional.
“Esa memoria no se ejerce de manera neutra, porque dentro de ella están, por ejemplo, los primeros jugadores negros que no fueron aceptados en las Ligas Mayores, lo cual fue un acto de valentía en su momento.
“El Museo Diablos también muestra momentos históricos importantes, donde la memoria urbana de la Ciudad de México está asociada con la historia del beisbol, y viceversa. Por ejemplo, podemos ver al parque del Seguro Social, que en particular tengo guardado en los recuerdos, porque fui rescatista luego de los sismos de 1985 y ese lugar se convirtió en referente de aquellos momentos.”
Relación orgánica
“Un tercer elemento importante del museo es que está vinculado con la relación orgánica de la práctica actual de ese deporte, porque quienes guían las visitas y recorridos son integrantes del equipo Diablos Rojos del México, así como los cronistas; esto ayuda a incrementar el conocimiento de la afición. Es interesante que en la narrativa que hacen siempre está presente el arte.”
La directora del Inbal valoró que el museo “está colocado dentro del estadio no como algo ajeno, sino con una relación muy orgánica, también porque el arte está representado por medio de figuras icónicas del quehacer artístico mexicano y, en el caso de Francisco Toledo, por una figura de alcance internacional que sigue vigente en su compromiso social.
“Es importante la manera en la que se diseñó el recinto, ya que tiene todas las características técnicas para poder recibir obra de gran formato, con una dimensión lúdica. Hay muchos materiales que en su momento se van a convertir en objeto de juego de los niños; eso es relevante, porque se pensó en las nuevas generaciones como portadoras de identidad y, al mismo tiempo, exploradoras en esta nueva relación entre arte y deporte.
“Estamos frente a un museo que es una joya que, además, brinda experiencias donde hay una coincidencia: tanto el arte como el deporte despiertan emociones.”
Jiménez recordó que la Fundación Alfredo Harp Helú de Oaxaca y Citibanamex apoyaron al Inbal para la restauración de las cúpulas del Palacio de Bellas Artes, “y ahora refrendan su compromiso con el patrimonio cultural al construir el Museo Diablos, espacio que tiene un trayecto que recorrer, el cual se hace con mucha sensibilidad e inteligencia para favorecer la entrada del público, para posicionarlo. Todo ello nos dará tiempo para pensar en futuras colaboraciones.
“Es importante resaltar que el estadio mismo, como territorio de juego, está ordenado desde el arte, la arquitectura y el diseño. Comenzando por la barda perimetral realizada por el maestro Toledo que en sí misma representa un aporte visual. También las pelotas enormes que realizó Dr. Lakra, que proponen una exploración estética y lúdica muy importante.
“Se puede pasar todo el día en el estadio y no terminar de admirar tanto la arquitectura como las rutas que conducen a los murales en el tercer piso de una serie de artistas que plasmaron la importancia del juego desde las culturas ancestrales hasta las contemporáneas.
“El estadio, entonces, tiene muchas lecturas, y si a ello sumas la vivencia del partido, con sus rituales divertidos muy propios del beisbol, ahora apoyados con elementos tecnológicos, el lugar se vuelve como tu casa, un espacio entrañable donde puedes hacer muchas cosas, entre ellas, aprender. Nos da la oportunidad de fortalecer la manera de vivir el deporte y su vínculo con el arte”, concluyó Jiménez.