Después del relanzamiento de la política de masas, para calificar de algún modo el evento del pasado domingo, sólo nos queda esperar a su consumación. Algunos de los escuderos de la fineza analítica nos han precavido contra los juicios sumarios, por ejemplo, el de asimilar esta Cuarta Transformación al renacimiento del PRI cual Ave Fénix, siempre fiel, que diría el Papa, pero lo cierto es que el pato no grazna y sí nada y vuela, o pretende hacerlo, como pato. Veremos.
Por lo pronto, los diferendos se arbitran en las barandillas y hasta en las carpetas de investigación de la Fiscalía y una elemental proyección del método nos diría que al final todos van a acabar en chirona, en sentido homenaje a una buena película italiana sobre la mafia de aquellos tiempos. Juego harto peligroso al que, sin embargo, se dedican con ahínco varios de los más visibles personeros de la política democrática. Casi un oxímoron de libro de texto.
Y así se pasan las horas y los días, aunque no lo parezca. Uno quisiera que aquello del presente continuo que acuñó el querido Norbert Lechner, se volviera realidad viviente, a pesar de su densidad y peso específico, pero por lo menos desde 2008 la célebre “gran moderación” pasó a retiro y el mundo entró en un ya largo y oscuro callejón de inestabilidades financieras, tendencias al estancamiento y otros rasgos mayores que apuntan hacia una crisis que por sus iniciales estragos tiene que ser algo más, mucho más, que sólo económica.
En nuestro caso, se trata, nos propone José Woldenberg en su espléndida Democracia en tinieblas, título que se suma a En defensa de la democracia (2019) y Contra el autoritarismo (2021), de seguir señalando el peligro a que se enfrenta la democracia mexicana. De insistir en que lo que se ha puesto en juego es el basamento de respeto que se había erigido desde finales del siglo pasado.
Como su título sugiere, con el paso de los días y las no pocas ocurrencias desde el gobierno y su partido, nuestros intercambios políticos van perdiendo visibilidad y contornos. Por lo pronto, no hay claridad en los alrededores, a pesar de las presunciones domingueras del señor Delgado y compañía.
Las complejas taxonomías de esta democracia que se niega a sí misma, son objeto del escrutinio y la experiencia analítica y cuidadosa de Woldenberg, quien señala panoramas de intensa preocupación y angustia porque en su desenlace nos va mucho de lo que hemos erigido con enormes costos y empeños. Es el edificio todo el que parece estar bajo sitio. No otra cosa, parecen las señales que desde Palacio apuntan a reforzar el poder unipersonal.
¿Autoritarismo o democracia? Es el eje que cruza Democracia en tinieblas, tema de desvelos y compromisos vitales de Woldenberg; en el volumen se incluyen cuidadosos ensayos, artículos periodísticos y atractivas reseñas bibliográficas. ¡Hay que ir a por ellos! Leerlo de cabo a rabo. Y exigir a los escuderos y espadachines de la continuidad que nos den noticia de su lectura. Es asignatura obligada.